Palabra Pública N°20 2021 - Universidad de Chile

BERNARDO SUBERCASEAUX NURY GONZÁLEZ PABLO OYARZÚN ANA HARCHA CORTÉS Académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Destacado autor de libros sobre cultura chilena e hispanoamericana, entre ellos Historia del libro en Chile (2010). Es miembro del consejo del Observatorio del Libro y la Lectura. Artista visual y académica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Ha recibido, entre otros, el Premio Altazor de las Artes Nacionales. Es la directora del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago, MAPA. Filósofo, ensayista, traductor y crítico, es académico de las Facultades de Artes y Filosofía y Humanidades. Es director del Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades, CIEFAH. Artista e investigadora escénica. Ha recibido, entre otros, el Premio Altazor a las Artes Nacionales. Doctora en Filología Española, especializada en estudios teatrales por la Universidad de Valencia y académica del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile. Pablo Oyarzún: creo que Bernardo hizo un punto importante al usar el término destituyente y referirse al resultado del plebiscito que le dio casi el 80% al Aprue- bo y que apunta a un proceso y horizonte constituyente. Lo que quiero decir con eso es que ahí hay una tensión, estamos viviendo una tensión, todas y todos estamos vi- viendo esa tensión, cada uno de nosotros tiene una pasión destituyente en este proceso, pero también entiende que es preciso construir, empezar a construir algo distinto a eso que queremos destituir, y esa es una tensión que también habla de la complejidad social que tiene todo este movi- miento y que ha existido desde hace harto tiempo. Esto no es una cosa solamente del año 2019, desde luego el mo- vimiento feminista del 2018 fue absolutamente determi- nante, porque puso en el escenario la cuestión del abuso, un concepto que fue justamente el elemento que produjo el aglutinamiento de todas las voluntades, de todas las ex- pectativas, iras e indignaciones respecto de la extraordina- ria desigualdad que existe en el país. Eso trae consigo, por cierto, ciertas conclusiones especiales relacionadas con la sensibilidad, con la afectividad también, que marcan una suerte de inseguridad. Si uno pensara en el arte y la cul- tura, bueno, el arte y la cultura viven de eso, viven de la inseguridad, o sea, no pueden hacerse sin inseguridad, son inseguras porque tienen que producir cosas nuevas, traer cosas nuevas, y esas cosas nuevas en principio no tienen perfil ni figura, y esa esencia de figura marca justamente momentos de radical inseguridad. Pero este sistema está organizado sobre la base de la se- guridad, lo que tú tratas es ojalá no tener miedo, entonces, para eso, te proteges de las maneras más diversas, como las alambradas eléctricas en las casas de los barrios altos; o sea, hay sectores como aquellos en los que vivimos nosotros, que somos bastante privilegiados, donde justamente se to- man esas medidas para tratar de sentirnos seguros. Me pa- rece interesante que este movimiento produzca una suerte de inseguridad que todos tienen que experimentar. ¿Qué hace el arte respecto de este proceso? Uno tiene que esperar a ver qué pasa si se mantiene una presión ca- llejera, si el arte encuentra estas formas de manifestación inmediata. Hay otra pregunta importante: ¿qué hace el proceso constituyente respecto al arte y la cultura? Ahí hay un punto importante respecto de cómo enfocar el arte y la cultura, no sólo en términos ministeriales, de la buro- cracia de un país, que es necesaria, pero que uno desearía que fuera más sensible respecto a las cosas que están suce- diendo en el día a día de la producción cultural, artística y científica. Hay una cuestión importante respecto de la definición del enfoque, el modo en que este país piensa la cultura y el arte y cómo se propone entonces entregar las condiciones que hagan posible su despliegue. 20

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