Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

Históricamente, las mujeres han asumido en mayor medida el trabajo reproductivo y de cuidados. Una labor invisible, poco valorada, pero central. La pandemia evidenció el agotamiento del modelo que se sostiene únicamente sobre los hombros de las mujeres y aceleró la discusión sobre la corresponsabilidad social de los cuidados. POR PAMELA BARRÍA OSORES U na isapre le rechazó la li- cencia médica a Ariadna y ella no entiende cómo es posible después de todo lo que ha pasado. Para apelar tuvo que someterse a un peritaje psiquiátrico. Le explicó al especialista que no, que si bien no ha pensado en el suicidio, sí necesita descansar y reorganizar su vida, que está triste y agotada. Y cómo no, hace apenas dos meses mu- rió su padre, a quien bañó, vistió y alimentó hasta sus últimos días. Desde marzo, producto de la pan- demia, asumió sola su cuidado, tam- bién el de su madre adulta mayor y el de su hija, de nueve años. Para reducir los riesgos de contagio, la persona que la ayudaba con los quehaceres domés- ticos, otra mujer, no siguió trabajando en su casa. El papá de la niña estaba en cuarentena total hasta hace poco, y no siempre había permisos disponibles para padres separados en Comisaría Virtual. “Tenía tres jornadas laborales: la de mi trabajo, la del cuidado de mi papá y la de acompañar en el colegio a mi hija”, dice. La experiencia de Ariadna no es única. Histórica y globalmente, son las mujeres las que han asumido en mayor medida el trabajo reproductivo y de cuidados, es decir, todas aquellas tareas cotidianas destinadas a soste- ner la vida y atribuidas culturalmente a las mujeres. Un trabajo agotador como cualquier otro, pero invisible y no remunerado, una sobrecarga mu- chas veces brutal, justificada bajo el supuesto de un inagotable amor. Esta realidad, en el actual con- texto de pandemia, persiste con una magnitud preocupante. Así lo han advertido organismos como ONU Mujeres y Cepal, que en el informe Cuidados en América Latina y el Ca- ribe en tiempos de COVID-19: hacia sistemas integrales para fortalecer la res- puesta y la recuperación (agosto 2020), señalan que la crisis “ha demostrado la insostenibilidad de la actual organi- zación social de los cuidados, intensi- ficando las desigualdades económicas y de género existentes, puesto que son las mujeres más pobres quienes más carga de cuidados soportan y a quie- nes la sobrecarga de cuidados condi- ciona, en mayor medida, sus oportu- nidades de conseguir sus medios para la subsistencia”. Para Lorena Flores, economista y directora ejecutiva del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, lo más preocupante de esta crisis es el retroceso en la participa- ción laboral femenina. “En marzo se notó un impacto inmediato en las mujeres. El 16 de ese mes cerraron los establecimientos educacionales, entonces la mujer que perdió el em- pleo se declaró inactiva, dejó de bus- car trabajo, y eso tiene que ver con estar a cargo de los cuidados de otros y del hogar”, explica. La tasa de participación laboral de mujeres cayó 7,6 puntos, llegando a un 45%. “Es una cifra similar a lo que existía en 2004. En estos meses se ha retrocedido 16 años en participa- ción laboral femenina y no sabemos cuánto va a durar, sobre todo porque la reactivación que se ha anunciado se dará en sectores que son mayoritaria- mente masculinos, como la construc- ción, logística y transporte. Los esta- blecimientos educacionales tampoco están abriendo y eso hará que la deci- sión de las mujeres sea quedarse en la casa, que no salgan a buscar empleo si no está resuelto el tema del cuidado”, advierte Flores. Mujeres en primera línea “Las mujeres siempre somos carne de cañón en las crisis”, dice la doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Carolina Franch. “Con el cierre de colegios, las madres hoy han tenido que ser coadyuvantes de la educación de sus hijas e hijos, una carga que no existía antes. Además, tuvieron que asumir tareas como la alimentación y la lim- pieza de la casa, domesticidad que un porcentaje de mujeres tenían re- suelta a cargo de otra mujer de otra clase social”, describe. Precisamente, las trabajadoras de casa particular, quienes han reclama- do por años el reconocimiento de sus derechos laborales, representan uno de los sectores altamente feminiza- dos que se han visto más golpeados por la pandemia. La Coordinadora de Organizaciones de Trabajadoras de Casa Particular estima que se han perdido unos 120 mil empleos, co- rrespondiente al 40% de los pues- tos de trabajo. Sin embargo, recién el 9 de septiembre, a medio año de iniciada la crisis, lograron que se aprobara el proyecto de ley que las incorpora al Seguro de Cesan- tía. “Es un sistema completo el que desvaloriza todo el quehacer feme- nino”, complementa Franch. 7

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