Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

C omo muchos, Eduardo Carrasco no se ha desprendido de su teléfono durante los meses de confinamiento. Como pocos, ha estado creando. Primero fue el tema Corona Blues , compuesto con Fernando Julio e interpretado con inte- grantes de Quilapayún, Inti Illimani Histórico y ex Los Bunkers. Luego fue Uno más , que lo unió a Ismael Oddó, Colombina Parra y su hija Manuela Carrasco, y lanzó a comienzos de julio, justo cuando cumplía ochenta años. Analizando el escenario desde su casa, Carrasco se declara optimista y feliz con el momento que vive Chile tras el estallido social de 2019 y a días de un plebiscito constitucional, pero como un oráculo inquietante, recuerda en esta entrevista la advertencia de los versos finales de la Cantata de Santa María de Iquique, compuesta por Luis Advis en 1969 e interpretada por Quilapayún en 1970: “un montón de cosas que uno da por termina- das vuelven a aparecer, yo por eso no descarto un golpe militar, no descarto ninguna cosa así, porque no hay ningún hecho que me diga que los militares chilenos ya no son pinochetistas, eso no lo he visto lamentablemente en las noticias ni en ninguna parte, más bien lo que veo y sospecho es que pueden perfectamente hacerlo”. —Acaba de cumplir ochenta años en que ha sido protagonista de la historia política chilena. ¿Cuál es su lectura de Chile al llegar a las ocho décadas? Cuando volví del exilio, el año 88, en la época del plebiscito, me acuerdo de la campaña del No, cantando en lugares populares, Valparaíso, calles llenas de gente. Eso era una especie de continuidad de lo que yo había dejado el año 73. Intenté insertarme en el Chile de Pino- chet, pero me encontré con un país que para mí empezó a transformarse en una cosa muy antipática porque veía transformaciones muy negativas, mucho individualismo, “arréglatelas como puedas”, una sociedad sin ninguna solidaridad, donde cada cual tenía que arreglárselas en todo sentido; la salud, la educación, todo privatizado. Y yo venía de Francia, un país muy solidario; en Francia no se pagaba ni siquiera por los remedios, la mejor educación en Francia es la pública, las universidades son prácticamente gratuitas. ¿Cómo era posible que la gente no se rebelara? Deberían estar todos en la calle. Durante muchos años tuve esa sensación de que los chilenos eran poco inclinados a la rebelión, que se acomodaban a una situación que no les era muy grata. Y de repente vino este estallido social que, en un día, en un par de días, cambió 100% la di- rección del asunto y, bueno, me mostró que ese país que yo había dejado el 73, que estaba ocul- to detrás de esta otra cosa, de repente salió a la luz, y para mí fue una sorpresa, ay, me encantó “Desconcertado” se describe el fundador y director musical de Quilapayún frente al impacto que ha tenido la pandemia del Covid-19 en Chile y el mundo. Pero incluso así se las ha arreglado para componer y lanzar, telemáticamente, nuevas canciones en los últimos meses. A sus ochenta años, el profesor titular de la Universidad de Chile sigue vigente y crítico del rumbo de la sociedad chilena, pero esta vez con la esperanza de vivir en un Chile que, dice, se parece mucho más al que sentía suyo a comienzos de la década del setenta. Un Chile, plantea, que ojalá entienda que el derecho a la cultura debe estar presente en cualquier debate sobre el futuro. POR JENNIFER ABATE C. 81

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