Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

“M i abuela decía: 'en la cultura mapuche no hay maricones', cuando un sobrino maricón quiso conocerla. Y no se imagi- naba que tendría unos nietos maricones en su familia patriarcal (...) No me crie como un mapuche, tampoco se me permitió serlo, pero tengo el estigma de una vida asociada a un apellido que ha sido una marca de violencia y que pesa todavía”. Así comienza You will never be a weye, video performático con el que Sebastián Calfu- queo Aliste se hizo conocido en la escena de arte local. Fue producido en 2013, pero recién dos años después se atrevió a mostrarlo, luego de que la curadora Mariairis Flores lo alentara, convirtiéndolo en uno de sus trabajos con más circulación en Chile y el extranjero. En el video, el artista usa su propio cuerpo para represen- tar a un machi, autoridad espiritual en el pueblo mapuche. Se le ve vestirse con un traje de machi -que enMeiggs venden como disfraz escolar-, pero aquí Calfuqueo exalta su carácter “weye”, expresión que definía a los machi de rasgos afemina- dos y que practicaban la sodomía, quienes fueron extermina- dos por los españoles. “Tenía miedo de mostrar esa obra, de SEBASTIÁN CALFUQUEO: “LOS ARTISTAS MAPUCHE SOMOS INVISIBLES CUANDO NO LES SERVIMOS COMO CUOTA A LAS INSTITUCIONES CULTURALES” Tenía 23 años cuando irrumpió en la escena del arte que lo definió como “artista mapuche y homosexual”, etiquetas que ha debido subvertir para “no quedar encasillado en clichés”. En sólo siete años levantó una obra poderosa en lecturas políticas y sociales, donde cruza el video, la cerámica y la performance . En marzo alcanzó a exhibir su última obra, donde reflexiona sobre el amparo al saqueo del agua en la Constitución del 80. Aquí habla de ser “mapuche, no binarie y feminista”, pero en sus propios términos. POR DENISSE ESPINOZA A. ese cuestionamiento hacia la heterosexualidad en el mundo mapuche, y tenía miedo no sólo por lo que iban a decir, sino también de exponer parte de mi biografía, como el bullying escolar y otras escenas que igual son dolorosas para la vida de alguien”, recuerda hoy Calfuqueo. Sus obras van desde el género a la identidad indígena, pa- sando por la discriminación social y la reivindicación de una historia no oficial. Para bien y para mal, fue definido desde su egreso de la Universidad de Chile como artista “mapuche y homosexual”, pero Calfuqueo ha trabajado para otorgarle a esas etiquetas una densidad que le permita cuestionar los conceptos tradicionales. “En la Escuela de Arte hubo pro- fesores que me dijeron que nadie se interesaría en temáticas feministas y que lo mapuche en el arte contemporáneo no existía. Sin embargo, mi obra capturó la atención, apareció en los diarios, circuló por Internet y hubo una visibilización que, no puedo desconocer, me benefició, pero también exo- tizó mi trabajo y lo encasilló en categorías que ni siquiera yo reivindico, porque yo más bien me asumo como una persona no binaria, ni siquiera como homosexual. El arte no debería tener categorías”, dice el artista. 77

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