Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

ción de la riqueza favorece el proceso de expulsión de dos tipos: el de los menos favo- recidos y el de los superricos. Se abstraen de la sociedad en la que viven físicamente. Evolucionan en un mundo paralelo reservado a su casta y ya no asumen sus respon- sabilidades cívicas”. Y también advertía: “una nueva crisis financiera sucederá, estoy segura. He estado escudriñando las finanzas durante treinta años y los mercados son demasiado inestables, hay demasiados datos para analizar, demasiados instrumentos, demasiado dinero. Occidente ya no reina sólo en los mercados. No sé cuándo ocurrirá esta crisis ni qué tan grave será, pero algo se está gestando”, aseguró en una entrevista a Le Monde en 2014. —¿De qué manera los fenómenos que usted describe afectan a los países latinoamericanos, donde las economías aún dependen de esas grandes ciudades globales? A mi parecer, por todo el mundo, en cada país, existen más o menos actores que siguen extrayendo y extrayendo valores de todo tipo -desde minerales a plan- taciones hasta sistemas financieros-. Una de las modalidades más marcantes de esta época que vivimos es cómo hemos reducido a gran velocidad y con mucha violencia el espacio de nuestro planeta: hemos matado diversidad de plantas y árboles, un gran número de especies de animales y peces, etcétera. Y, a medida que avanzamos con esto, vamos reduciendo el espacio de miles y hasta millones de plantas, aguas limpias, arenas y tanto más. Y se ve también en nuevas industrias como lo son Facebook o Google. Es bien importante que reconozcamos que cada innovación brillante y útil nos puede servir para algo que no vemos como algo negativo -el po- der de extraer información de nosotros, de lo que queremos, de lo que nos estamos enfermando, de lo que nos es útil-, que al mismo tiempo no es tan bueno para el medio ambiente, porque como todos los sectores extractivos, también estas indus- trias dejan detrás masivas cantidades de basuras, metales, líquidos y más. Todo lo electrónico ha agregado montañas de basura muy difíciles de desaparecer, y aún no hemos visto suficientes iniciativas para reciclar o eliminar. —¿Cómo cree que ha influido la pandemia para entender estos fenómenos? El virus nos obligó a limitar el salir de nuestras viviendas y eso ya es un cambio enorme. Y un cambio que se constituye, además, como respuesta a un peligro, pero a un peligro que es invisible. Entonces, el hogar es un refugio básico, en el sentido que es absolutamente necesario y al mismo tiempo no es una solución. En gran par- te, lo bueno que puede salir de este momento dramático y cruel es que nos muestra la capacidad de ser destruidos por estos “agentes” invisibles que son estos virus, y que debemos construir y desarrollar alianzas de todo tipo a través del mundo. En esa línea, junto a Mary Kaldor -directora de la Unidad de Investigación so- bre Sociedad Civil y Seguridad Humana de la Escuela de Economía y Ciencia Polí- tica de Londres-, Saskia Sassen acaba de lanzar un nuevo libro, Cities at War (2020), donde reúnen a un equipo internacional de académicos para examinar las ciudades como sitios de guerra e inseguridad contemporáneas. Al mismo tiempo que explica por qué y cómo la violencia política se ha urbanizado cada vez más, apunta hacia la capacidad de la ciudad para dar forma a un tipo diferente de subjetividad urbana, que ofrece resistencia y esperanza para un futuro más pacífico y equitativo. “Bajo las condiciones que vivimos hoy, es importante no hacer guerra entre nosotros, los hu- manos. Al contrario, es el momento para respetarnos mutuamente y para reconocer la contribución que podemos hacer todos a una vida manejable”, dice. 39

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