Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile
Invitada por el Festival Puerto de Ideas, Sassen dio una conferencia virtual en junio pasado al público chile- no, y por estos días -aún atrapada en Londres debido a la crisis sanitaria del Coronavirus, que no da tregua- comen- ta las últimas noticias aparecidas sobre el panorama en Estados Unidos, país donde normalmente desarrolla su carrera como investigadora y académica en la Universidad de Columbia. —¿Cómo ve el actual panorama político de EE.UU . y las próximas elecciones para Trump en vista de su criticado manejo de la pandemia? Estrictamente hablando, está bastante claro que, si hay elecciones más o menos ordenadas, gana Biden. El pro- blema es que Trump simplemente no lo va a aceptar. Su capacidad de mentir y violar la ley nos la ha mostrado a través de los años. Además, una vez que salga del gobierno donde él está aún a la cabeza, lo van a arrestar. Así que el pronóstico es que él se queda en el gobierno. Algunos están diciendo que se negaría a salir del gobierno cuando se acabe este término, porque sabe que se iría a la prisión en cuanto deje de ser presidente. Ha abusado de la ley de una manera espectacular. Es una especie de monstruo dispuesto a violar todas las reglas del juego. Aunque el hecho de que esté aho- ra con la enfermedad puede cambiar las cosas, ciertamente. —Hasta antes de la pandemia, siempre se había visto a EE.UU. como el gran faro del mundo, en el sentido de que, si existía alguna crisis mundial, sería sin duda el primer país en ir al rescate, cuestión que no ha sucedido en esta pandemia. ¿Cómo lo evalúa usted? La caída de las grandes ciudades americanas en cuanto a poder, inteligencia, capacidad de ayudar y saber cómo manejar la crisis, todo eso y más se ha ido perdiendo, al igual que el reconocimiento público. Las decisiones de Trump en cuanto a la crisis han sido de no creerse, tanto por sus mentiras como por su incapacidad de desarro- llar alguna modalidad de combate al virus y de ayudar a los desaventajados. Si uno compara este país rico que es Estados Unidos con, por ejemplo, otro país rico como Alemania, la diferencia es enorme. Da igual si ambos son ricos, Estados Unidos ha mostrado una indiferencia que da miedo, mientras que Alemania ha logrado uno de los mejores resultados en minimizar el efecto del virus. —En su opinión, ¿cuáles son las lecciones que he- mos podido aprender con esta crisis sanitaria y cuáles serán los cambios profundos que tendremos como so- ciedades globales a la luz de esos hechos? Es difícil establecer cuántas y cuáles son las lecciones que hemos podido aprender, quizás es así porque no es fácil, no nos es cómodo reconocer que las pautas de una época han ido cambiando y ahora empieza a mostrarse, a hacerse evidente, el hecho de que una nueva "cultura", por así decirlo, se ha instalado. Y, en parte, no podemos reconocerlo porque esa nueva cultura tiene aún muchos elementos familiares, elementos que han existido y se han mantenido a través de las décadas. El cambio en sis- temas complejos, como lo es una ciudad, no es siempre visible, no se anuncia diciendo: “OK, ¡llegó el cambio!”. En mi lectura, hay tres elementos en juego. Uno es que hemos entrado en una nueva época. Y en sistemas com- plejos no es fácil entender o notar este cambio. Lo que yo veo es una serie de cambios, no todos evidentes, que se han ido acumulando y en ese proceso han generado nuevas tendencias. O sea, no es que el cambio en siste- mas complejos como lo es una gran ciudad implique que lo podamos ver con nuestros ojos. La inmovilidad de todo ese cemento -calles, torres, puentes y mucho más- genera una especie de camuflaje y es ese camuflaje lo que mayormente vemos. No vemos tanto las aplicaciones de nuevas capacidades e innovaciones. —Al comienzo de la pandemia, algunos intelectua- les plantearon que estábamos asistiendo a la muerte del capitalismo, ¿lo ve usted posible? En efecto, creo que el jaque que vive el sistema sigue siendo parte de la situación. La pandemia afectó especial- mente a los más pobres, los que viven en viviendas peque- ñas con mucha gente, etcétera. Los hogares ricos, por lo menos de clase media alta, también perdieron a familiares y amigos, pero menos que los pobres, los pobres están mu- cho más expuestos al virus que las clases medias. Pero en cuanto al capitalismo, creo que lo que sufrió fue básica- mente una crisis monetaria y momentánea que ya pasará. No veo que esta sea la muerte del capitalismo. Me puedo imaginar nuevas modalidades extractivistas que van a sur- gir precisamente por la pandemia, como la concentración de las necesidades y recursos por parte de las clases altas y las clases medias de ingresos altos, mientras que las clases pobres se empobrecen agudamente. También los inmigran- tes y refugiados van a perder capacidad de reclamaciones, porque los ricos y las clases medias ricas se enfocarán más en sus propios intereses, y me los puedo imaginar llegando a ser extremos en cubrir sus propios intereses. Efectivamente, hace ya una década, Saskia Sassen ha- blaba en Expulsiones sobre cómo las economías se estaban contrayendo y la biósfera, deteriorándose. “La concentra- 38
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