Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

siguiente eje. “Cuando se iniciaba la crisis se formulaba una hipótesis -fundada en la experiencia histórica de crisis humanitarias y desastres na- turales- que decía que con el cierre de escuelas se profundizaría la desigual- dad entre hombres y mujeres en el trabajo no remunerado. Puestos en la desestabilización de la vida coti- diana, cuyo orden estaba basado en la desigual distribución de estas la- bores en perjuicio de las mujeres, ¿es que los hombres no asumirían nada o poco de la nueva carga debido a la crisis de más trabajo doméstico en los hogares, de cuidado de la niñez y del inédito trabajo educacional?”. Se les preguntó a hombres y muje- res cuánto habían hecho en las últimas dos semanas, si “mucho menos”, “me- nos”, “igual”, “más” o “mucho más” que en las primeras semanas de marzo. Entre los resultados, el 69% de las y los entrevistados hace “más” o “mucho más” en la crisis de las actividades como cocinar o hacer limpieza en su casa. No obstante, las mujeres han incrementado en mayor medida que los hombres la cantidad del trabajo doméstico que rea- lizan: 52% de mujeres y 37% de hom- bres declaran hacer mucho más que en el pasado inmediato a la crisis. El informe también reporta que existe una brecha de género en la dis- tribución del trabajo de cuidado infan- til, en favor de los hombres, y que al mismo tiempo ha aumentado la can- tidad de hombres que durante la crisis asumieron el trabajo de cuidado infan- til. En cuanto al trabajo educacional en casa, también existe una diferencia de género: 67% de madres y 43% de padres, respectivamente, acompaña a niñas y niños en la educación en casa todos los días de la semana. Un dato llamativo es que existe una diferencia entre lo que los hombres in- forman sobre su propia participación y aquella que sobre ellos declaran las mujeres. Sólo 23% de mujeres dice que el padre acompaña en la educación en casa todos los días de la semana, no 43% como aseguran los hombres, y 31% de mujeres informa que el padre no hace nunca acompañamiento, no 9% como declaran los hombres. En cambio, mujeres y hombres coinciden en el alto nivel de trabajo educacional de las madres: 65% de los hombres dice que la madre acom- paña en la educación en casa todos los días de la semana, prácticamente lo mismo que dicen las mujeres sobre las madres (67%). “Es necesario explorar de qué modo en las nuevas condiciones de la vida cotidiana se reorganiza el trabajo no remunerado, si permanece intacta la división histórica o ésta misma se desestabiliza. No se trata de cómo se comportan las brechas en la crisis, aun- que sea injusta, por cierto, la posibili- dad de que crezcan. Observamos un hecho nuevo, un aumento del trabajo por parte de los hombres, y a esto hay que atender en el futuro, pues en las crisis multidimensionales, complejas y diferenciadas, emergen formas nuevas de hacer, de relacionarse y de pensar, y puede que esto vaya a ocurrir en el plano de la división sexual del trabajo no remunerado”, asegura Irma Palma. Los cuidados al centro “Pienso que estamos en un trán- sito, en un momento de inflexión. O avanzamos hacia que los cuidados son responsabilidad de todos o reafir- mamos el modelo anterior”, plantea Camila Miranda, directora de la Fun- dación Nodo XXI, quien apunta a al- gunas medidas urgentes e inmediatas para enfrentar esta crisis, por ejemplo, una encuesta nacional que se aplique a la brevedad. “Hay varios países que por ley realizan encuestas para visibilizar la división sexual del trabajo. Eso en Chile no está. La última es la del INE del 2015, sobre uso del tiempo, y ese tipo de cuestiones son importantes de producir, tanto para visibilizar el tema como para comprenderlo con exactitud”, explica. La directora de Nodo XXI tam- bién propone que desde ya se co- mience a articular un sistema integral de cuidados, en el que participen los ministerios de Salud, Educación, de la Mujer y Equidad de Género y de Desarrollo Social, “todas las institu- cionalidades que pueden apoyar en este momento en que no existe una institucionalidad central que se en- cargue de los cuidados, esa es otra pelea más a largo plazo”. Finalmente, la investigadora apunta al endeudamiento femenino derivado de los cuidados, por cues- tiones básicas como la alimentación. “En ese sentido, se puede proponer la condonación de deudas por este con- cepto o un aporte basal que está en la lógica de la renta básica universal, y que se podría discutir en lo inmedia- to”, plantea. “Las políticas públicas deben ir ha- cia cómo se logra la corresponsabilidad social en el cuidado, tanto en el espacio privado como en el público, pasando por la comunidad. Se tiene que asumir que esa tarea no es de las mujeres ni es exclusiva de las familias, sino que la reproducción social es tarea común de la sociedad”, fundamenta la socióloga y coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, Teresa Valdés. Una tarea que el feminismo ya ha puesto sobre la mesa de cara al deba- te constitucional que se aproxima. “El derecho al cuidado desde que naces hasta que mueres debe incluirse en los principios de la nueva Constitución, porque se debe organizar la economía y la sociedad en torno a la reproduc- ción social de la vida”, agrega Valdés. “El derecho al cuidado desde que naces hasta que mueres debe incluirse en los principios de la nueva Constitución, porque se debe organizar la economía y la sociedad en torno a la reproducción social de la vida”, asegura Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad. 9

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