Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

JORGE ARRATE Político, escritor y economista de la Universidad de Chile. Fue ministro de los gobiernos de Salvador Allende, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y presidió el Partido Socialista. cultural ha cambiado sustancialmente. La riqueza y el ingreso se han concen- trado en los países más ricos y, dentro de cada país, rico o pobre, en los secto- res de más alto ingreso. En Chile, el impacto de la derrota de 1973, del retroceso internacional de las ideas socialistas, de la acción exterminadora de la dictadura y su perfil autoritario-comercial y de la interminable transición a la democra- cia que discriminó a un sector de la izquierda y restó fuerza a las organiza- ciones sociales, confrontó a los here- deros de Allende con nuevos desafíos. En medio siglo no se han repuesto las condiciones que hicieron posible el éxito del movimiento que expresó la Unidad Popular: el mundo políti- co en general y amplios sectores de la izquierda perdieron paulatinamente los lazos que debían amalgamarlo con los movimientos sociales, tanto los históricos como los emergentes, como el movimiento ecologista, el fe- minismo de masas, el que aglutina las demandas de diversidad sexual o los que representan las aspiraciones de los pueblos originarios. Por otra par- te, la izquierda se ha enriquecido con la emergencia de nuevas organizacio- nes partidistas, pero no ha logrado conciliar sus diferencias. Hasta ahora emprende con timidez tareas conver- gentes, pero sin profundizar en la ela- boración de un proyecto común y de una estrategia para impulsarlo. El levantamiento popular o “es- tallido” del 18-O ha abierto un nue- vo capítulo en este ciclo que está en curso y pareciera que ha logrado des- pertar energías dormidas capaces de superar objetivos exigentes. Una vez más, la historia demuestra que sus ca- minos no son fáciles de predecir. Sin mediar una crisis económica clásica o una crisis política abierta, las ideas de libertad, justicia, igualdad y dignidad abrieron su propio camino, más allá de los cauces tradicionales, como un caudal que hace caso omiso al surco establecido y abre nuevos trayectos, distintos, múltiples, heterogéneos, si bien convergentes en torno a un conjunto de ideales compartidos. El 18-O sumó trabajadores y desocupa- dos, jóvenes sin posibilidad de estudio o trabajo y multitudes de estudiantes universitarios y secundarios, mujeres cansadas del abuso y sometimiento, adultos mayores indignados con la baja consideración social que se les depara, personas afiliadas a muchísimas diver- sas organizaciones de base, también mujeres y hombres que concurrieron a las protestas en su condición de indivi- duos y movidos por un impulso espon- táneo. Al mismo tiempo, mientras el 18-Omostró la indignación ciudadana ante los perfiles, en buena parte ocultos o disimulados, de nuestra convivencia nacional, la pandemia que se desató en marzo pasado los puso en eviden- cia, como si Chile hubiese decidido montar una exposición de sórdidas inequidades, abusos y privilegios largo tiempo escondidos por un velo erigido a fuerza de la repetición e imposición del credo neoliberal. La carencia de un vínculo activo y fluido entre las organizaciones políti- cas y la compleja sociedad y el fraccio- namiento del vector de conducción, que han limitado al movimiento popular en los últimos decenios, no apagaron el fuego del descontento popular y la demanda por otro modo de vivir. El vacío se ha llenado con el resplandor de plurales destellos de lu- cha y creatividad, en que los jóvenes, las mujeres, las nuevas generaciones portadoras de conciencia ecológica y de respeto por nuestros orígenes, emergen como grandes protagonistas. La historia nos dice que hay mu- chas maneras de lidiar por una so- ciedad mejor y que en cada tiempo surge un diseño que nunca es copia del anterior. Estamos presenciando, a cincuenta años del gran triunfo de Allende y de la izquierda en 1970, el desarrollo de un nuevo ciclo impul- sado por un nuevo pueblo que tiene la tarea de establecer su derrotero y modos de luchar. Innovación, re- novación, creatividad aplicadas a la vida política y social. ¿Cómo será el “movimiento popular” del siglo XXI? ¿Cómo serán los partidos que lo inte- gren? ¿Cuál será su relación con mo- vimientos y organizaciones surgidas de la vida social? Para debatir y contestar esas cues- tiones cruciales, el movimiento po- pular que encabezó Allende es una referencia indiscutible. La Unidad Popular enarboló un proyecto, nunca separó los ámbitos político y social de la contienda, supo reconocer las dife- rencias en su interior y potenciar su significado. Es una historia para ins- pirarse, no para copiar. “Hemos dedicado bastante reflexión a los motivos de la derrota que sufrió la UP en 1973. No ha sido ni será tiempo perdido, pero es también indispensable preguntarse cómo fue que la izquierda triunfó en 1970 y buscar en la respuesta posibles hilos de inspiración para las batallas venideras”. 104

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