Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

La antropóloga apunta a otro factor, la corresponsabilidad. “Tras la pandemia no ha existido una corres- ponsabilidad en la redistribución de trabajo. Muchas veces ocurre que los hombres cierran la puerta de la pieza en la mañana y la abren a las 6 de la tarde, cuando terminan su jornada laboral. Mientras tanto, las mujeres no hicieron eso: tuvieron que abrir el computador desde la cocina, acom- pañaron a los hijos en el estudio, hi- cieron funcionar una casa a la vez que intentaban mantener un ritmo labo- ral. En los trabajos de los hombres también se asume que ellos pueden encerrarse y no atender nada más que el trabajo”, agrega. Sin embargo, el problema está lejos de ser sólo individual y puertas aden- tro. La invisibilización de la división sexual de los cuidados compromete incluso la contención de la pandemia, porque está afectando a la primera lí- nea de resistencia del Covid-19. “Más de un 70% de la fuerza labo- ral en salud son mujeres. Por los este- reotipos de género que persisten, para las trabajadoras de la salud ha sido espe- cialmente dura la pandemia, por la so- brecarga de cuidados y porque han de- bido mantener sus trabajos con mucha más carga asistencial. Nosotras hemos hecho una defensa de las médicas y, en colaboración con otros gremios de la salud, hemos empujado algunas alter- nativas legales, como por ejemplo que algunas de las trabajadoras que tienen hijos e hijas pequeños puedan acogerse a teletrabajo si es que no tienen a nadie con quien dejarlos”, cuenta Francisca Crispi, encargada de género del Colegio Médico de Chile. “La autoridad sanitaria ha sido bien ingrata con las trabajadoras de la salud. Hasta ahora, han entregado nulo apoyo a los cuidados, pese a que lo solicitamos. Nos dieron la opción de salvoconducto para cuidadoras y cuidadores, pero ha funcionado muy mal, tenemos más de 20 casos en que simplemente no se les respetó el salvo- conducto”, detalla Crispi. Por otro lado, está el problema de los recursos. “Las médicas, en general, van a poder pagar a un tercero que cuide, pero es superimportante iden- tificar qué integrantes de los equipos de salud no pueden costear en este minuto y dar un bono compensatorio para asegurar los cuidados, y también flexibilidad para adaptar los horarios laborales”, complementa. Un cambio obligado Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del INE, de 2015, en el Chile prepandémico las muje- res dedicaban 5,89 horas al trabajo no remunerado por día, superando en más de tres horas a los hombres, quienes destinaban 2,74 horas a las mismas labores. En junio de este año, un estudio del Centro de Economía y Políticas Sociales de la Universidad Mayor, a cargo de la economista Claudia San- hueza, determinó una pequeña va- riación en esa brecha en cuarentena: las mujeres dedican dos horas más por día que los hombres a las tareas domésticas. Mientras ellas suman 5,6 horas, ellos lo hacen 3,8 horas. La doctora en Psicología, Irma Palma, académica de la Universidad de Chile, está a cargo del estudio lon- gitudinal Vida en Pandemia , que está monitoreando la forma en que la cri- sis sanitaria impacta a distintos gru- pos de la población en diversos temas. El segundo informe de la in- vestigación, explica Palma, tiene el Lorena Flores, directora ejecutiva del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile. Irma Palma, académica de la Universidad de Chile e investigadora principal del estudio “Vida en Pandemia”. Camila Miranda, directora de la Fundación Nodo XXI. Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad. “Observamos un hecho nuevo, un aumento del trabajo por parte de los hombres, y a esto hay que atender en el futuro, pues en las crisis multidimensionales, complejas y diferenciadas emergen formas nuevas de hacer, de relacionarse y de pensar, y puede que esto vaya a ocurrir en el plano de la división sexual del trabajo no remunerado”, asegura Irma Palma. 8

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