Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

temente la pandemia. “Afrontamos la suspensión de pagos de bibliografías, así como la paralización de los trá- mites y órdenes de compra debido al cierre de las universidades”, explica su directora, Berta Concha. Pirita, otra distribuidora más pequeña, ha apostado por sus redes sociales. Al inicio de la pandemia sostuvo la campaña #quédateencasa, donde parte de los autores del catá- logo hicieron un video promoviendo el cuidado ante el Covid-19. Jun- to a ello, han ofrecido el servicio de distribución de libros digitales. “La pandemia ha cambiado radicalmente la función de la distribuidora. Poten- ciamos la venta directa, cumpliendo un rol de librería virtual”, explica su directora, Emiliana Pereira. Un año remando contra el viento Otra de las consecuencias de la pandemia en el mundo editorial ha sido la significativa disminución de las novedades 2020. Con las impren- tas funcionando de manera intermi- tente y el cese de librerías, las edito- riales han tenido que recalendarizar títulos o, de plano, asumir que no podrán ser publicados. En el caso de Alquimia, que tenía un plan de 19 novedades, este año sólo publicará 12 de ellas. Hueders, por su parte, acos- tumbrada a un promedio de 28 libros anuales durante los últimos tres años, sacará únicamente cuatro títulos. “Nos hemos ido apretando el cintu- rón, porque tendremos poco tiempo para vender en librerías, octubre y noviembre, esperemos”, reflexiona Álvaro Matus. Algo similar sucedió en Pez Espi- ral, Librosdementira y Montacerdos. “Lamentablemente, nuestras autori- dades no han estado a la altura de esta crisis y resulta complejo pensar en vender libros cuando hay tanta muer- te y sufrimiento en el país. Tuvimos la oportunidad de parar y esperar a que pase el chubasco”, explica Luis Cruz, editor de Librosdementira. Por otro lado, Cuadro de Tiza, Komorebi, Libros del Cardo, Los Libros de la Mujer Rota y Edicola mantuvieron los títulos planificados para este año, algunos gracias a fon- dos estatales previamente ganados. “Aplazamos el calendario de nove- dades, seguimos trabajando, aunque más pausado, y tenemos varios títulos listos para imprenta”, dice Nicolás Labarca, de Cuadro de Tiza. A pesar del difícil panorama, parte de las editoriales consultadas dicen aún no sentir en riesgo la diversidad del sector. “Las editoriales independientes no tienen tanto capital para invertir. Lo que sí está en peligro es la publica- ción de algunos libros. Hay editoriales que no se quieren arriesgar y con justa razón”, señala Jorge Núñez. En el caso de Komorebi, editorial valdiviana, han podido mantener la publicación de los seis títulos propuestos para 2020 gracias a fondos estatales. “El riesgo habitual se ha acentuado, pero pese a todo no tenemos noticias de que algún sello independiente amigo haya baja- do la cortina por esto, sino que vemos mucha creatividad para afrontar la si- tuación”, señala Pedro Tapia, uno de sus editores. En tanto, en la editorial porteña Libros del Cardo también han podi- do mantener los títulos planificados. “No tenemos un fondo estatal ni grandes tirajes, así que haremos estos libros y los lanzamientos digitales. Nuestro plan es acotado”, explica su editora, Gladys González, quien ade- más es gestora de la Feria del Libro Independiente de Valparaíso (FLIV), que este 23 y 24 de mayo pasado se celebró de manera digital, convirtién- dose en la primera Feria del Libro Virtual del país. Para esta iniciativa, transmitida a través de Facebook Live, se realiza- ron cápsulas teatralizadas y laborato- rios didácticos para niños, y se abrió una programación centrada en temas como literatura y pandemia, espacios domésticos, feminismo y encierro. “La iniciativa nace a partir de los altos niveles de cesantía de nuestros artistas y como una manera de continuar ins- tancias de reflexión y asociatividad”, remarca Gladys González. Asimismo, frente a la adversidad han surgido propuestas novedosas, como la de Montacerdos, que vende parte de su catálogo en una botillería de Providencia, propiedad de la fami- lia del editor Juan Manuel Silva. “La recepción ha sido muy buena, así que esperamos que sea una posibilidad para ubicar libros en lugares poco habitua- les”, explica. Otra iniciativa ingenio- sa ha sido la de Librería Pedaleo, que desde sus inicios, en 2017, se planteó como una librería virtual con despacho a domicilio, enfocada en poesía y na- rrativa latinoamericana. “Vendo libros que a mí me gustaría leer”, especifica el escritor Carlos Cardani cuando se le pregunta por el catálogo. Si bien Pedaleo funcionó bastante tiempo con visitas de los lectores a la librería —que es también la casa de Cardani—, ahora funciona sólo con despachos que realizan él y un grupo de amigos en bicicleta —todos escri- tores— que cubren casi todo Santia- go provistos con mascarillas, guantes y cascos. Digitalización y nuevos lectores Desde 2013 existe la Biblioteca Pública Digital, dependiente del Ser- vicio Nacional del Patrimonio Cul- tural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que ofrece “El riesgo habitual se ha acentuado, pero pese a todo no tenemos noticias de que algún sello independiente amigo haya bajado la cortina por esto, sino que vemos mucha creatividad para afrontar la situación”, señala Pedro Tapia de la editorial valdiviana Komorebi. 57

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