Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

1.000 litros de agua, por los que paga- mos 3.500 pesos, pero resulta que con eso no alcanza. Una familia necesita al menos el doble por semana, entonces, cuando se nos acaban esos bonos, te- nemos que pagar 6.000 pesos, lo que es una barbaridad, es mucho más de lo que cualquiera paga en una casa resi- dencial. Acá hay un lucro terrible y las autoridades no escuchan. Ahora, con la pandemia, el agua es indispensable para cuidar la higiene y evitar conta- gios”, reclama Enrique Solís. Política de la calle Aunque la mayoría de estas ollas comunes no tienen un origen parti- dista, sino que atienden más bien a las necesidades básicas humanas, lo cierto es que inevitablemente van apareciendo demandas políticas. Lo mismo sucedió hace 30 años, advierte Clarisa Hardy: “Esas ollas no nacieron como contes- tatarias a la dictadura, lo fueron en la medida en que se organizaron míni- mamente para sobrevivir y a partir de ese encuentro comenzaron a analizar y a compartir experiencias y a politizarse. Hoy, tras el estallido del 18 de octubre, ha quedado claro que hay un tejido so- cial reconstruible y que, ante la necesi- dad, este resurge espontáneamente”. Fue justamente así cómo nació el Comité de Cesantes de Quilicura, un grupo liderado por personas que hasta marzo estaban en la primera línea de la protesta y que cambiaron capuchas por mascarillas para seguir ayudando, esta vez en la organización de ollas comunes y un ropero solidario que se mueven por toda la comuna. “Es- tamos entregando 350 colaciones, dos días a la semana, en distintos sectores. Nos llegan aportes de vecinos de otras comunas, pero también tenemos harta ayuda de chilenos de fuera de Chile, compatriotas de Suiza, EE.UU. y Ca- nadá que están viendo desde allá lo que ocurre y se han motivado en apo- yar, porque la verdad es que las cajas del gobierno son totalmente insufi- cientes”, dice Alberto Vilches Mautz, coordinador general del comité. A fines de junio y ante la prolife- ración de ollas comunes, la Subsecre- taría de Prevención del Delito emitió un protocolo que obliga a obtener un salvoconducto a cada persona que par- ticipa en una olla común para reducir la movilidad de la gente en la calle. Este documento será enviado al mayor de Carabineros o al oficial de más alto rango de la comuna, quien lo validará y otorgará el permiso de circulación. La mayoría de las organizaciones rechaza la medida y desconfían de las buenas intenciones del gobierno. “Ninguna olla común tiene la capacidad de entre- gar la totalidad de las colaciones al do- micilio de cada persona. Yo creo que es un protocolo para tener identificada a la gente, tiene otro fin. Son el tipo de me- didas que usan para evitar que la gente se movilice y se agrupe, lo mismo que sucedía en Plaza de la Dignidad”, lanza Alberto Vilches. “Al gobierno le moles- tan estas organizaciones porque quedan mal afuera, porque se ve el hambre que hay en Chile”. Cabe preguntarse, además, por qué es la Subsecretaría de Prevención del Delito la que se hace cargo de emitir este protocolo y no otra entidad más afín a la naturaleza del problema, como el Ministerio de Desarrollo Social y Fa- milia. En palabras de Hardy, “con estu- por hemos conocido un protocolo para ollas comunes emanado de la Subsecre- taría de Prevención del Delito, como si esta fuera una cuestión de orden pú- blico. Junto con tamaña insensibilidad aparece la ignorancia de la realidad y se aplica un protocolo único para toda la variedad de situaciones. Cuando no se confía en la participación ni en la des- centralización y menos en la capacidad de organización ciudadana, se produ- cen estas aberrantes decisiones”, afirma. Con el paso de las semanas y el persistente avance del Coronavirus, la subsistencia de las ollas se hace cada vez más compleja. Mientras crecen en nú- mero, la ayuda en donaciones se hace más difícil de sostener. A pesar de ser una red de solidaridad loable, organi- zada y eficaz, sin duda lo mejor sería que el Estado fuera capaz de resolver el problema del hambre. “Este es el momento para que Chile se endeude y haga el gasto social que corresponda, es el país con la tasa más baja de endeu- damiento en América Latina y por esta crisis nunca antes habían estado más bajos los créditos, con tasas muy bajas, en rigor, vas a poder devolver la plata casi sin interés. No sé para qué más po- dría servir el Fisco y el gobierno si no es para acudir a salvar las necesidades mayoritarias de la población. No es este el momento para guardar la plata en un chanchito”, remata Hardy. Algunos de los integrantes del comedor solidario del balneario Las Cruces. 13

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