Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

actividades vendiendo empanadas a $1.000 para recaudar fondos. También en este último mes pasaron de cocinar en la casa de Celia a ocupar la sede del Club de Pesca y Caza Los Halcones de Las Cruces. Detrás de cada olla común hay historias de vida unidas no sólo por la necesidad de alimentarse sino también la de encontrarse con otros que comparten contextos de vida si- milares. Otro rasgo que se repite en estas ollas comunes de ayer y hoy es el liderazgo de las mujeres. Un ejemplo claro es el del grupo de vecinas conformado por Elizabeth Tejeda, Angélica Ríos, Fresia Bravo, Rosa Tejos, Evelyn Pichinao y Verónica Henríquez, de la población El Progreso enTemuco, quienes hace más de 10 años vienen trabajando en su comu- nidad realizando ferias de trueque, haciendo celebraciones de Navidad, Día del Niño y de aniversario de la población, que partió como toma en 1990. “Nuestros maridos trabajan, son obreros de la construcción, pero ahora están cesan- tes”, dice Elizabeth. “Juntas, nos pro- pusimos primero ayudar con almuer- zos a los adultos mayores y partimos con 20 personas, pero hoy ya entrega- mos colaciones tres días de la semana a 220 personas. Se ha sumado mucha gente por el tema de la cesantía, hay muchas mujeres solas criando a sus hijos, que también necesitan pañales y ropa”, añade. “La municipalidad no se ha acer- cado para nada, nosotras hacemos todo con donaciones anónimas y de vecinos, por ejemplo, El Club de Leo- nes ha costeado almuerzos, también la comunidad mapuche Trapilhue y Maquehue se han portado muy bien y están donando tam- bién a otras ollas comunes sus productos, los pescadores de Queule también nos trajeron pescado para las familias”, enfatiza Elizabeth. Demasiadas veces hemos visto que cuando la necesidad es inminente, cuando la catástrofe se cierne sobre los más pobres, estos no tienen ni siquiera el tiempo para lamen- tarse o sufrir. Al contrario, rápidamente salen a las calles y luchan con más fuerza, levantan lo que ha caído al suelo, construyen una red de afectos y ayudas concretas, y al final del día hay siempre más sonrisas que lamentos. En tiempos adversos es cuando la solidaridad pareciera salir a la luz, pero lo cierto es que hay familias que vienen haciendo un trabajo de ayuda al prójimo más prolongado. Es el caso de Estephanie Ortiz y Manuel Ruiz, ma- trimonio que desde hace tres años realiza un servicio a la comunidad entregando alimentos a personas en situación de calle. La actual pandemia, simplemente, amplificó sus labores. Partieron hace dos meses con tres ollas comunes y ahora ya suman siete desplegadas en las comunes de La Pintana, El Bosque y San Bernardo. “Cada vez hay más hambre”, dice Fanny, quien junto a un equipo de 30 perso- nas entrega más de 2 mil colaciones a la semana. “También hacemos entregas directas de cajas con mercadería y ropa, además de otras ayudas. Hemos recibido muchas donacio- nes del barrio alto, pero lo cierto es que cada vez es más difícil parar la olla, porque es difícil que alguien done más de una vez”, cuenta Fanny, quien tiene cinco hijos junto a su marido Manuel Ruiz, dueño de una pyme, una pequeña pizzería en La Pintana. “Las cosas están pesadas para noso- tros también porque las ventas han bajado, pero no vamos a bajar los brazos. A mis ojos, el gobierno no está haciendo ni la mitad de lo que el propio pueblo está haciendo”, dice Fanny. Lo cierto es que, frente a la actual situación de hambru- na, el gobierno ha pecado de ignorante. El pasado 28 de mayo, el ex ministro Mañalich reconoció que “no tenía conciencia” de la magnitud de la pobreza y hacinamiento en Chile. Sin embargo, los datos estaban a la vista. Según la Cepal, el nivel de pobreza pasará del 9,8% al 13,7% en Chile debido a la pandemia. Y, sin embargo, el gasto social público de Chile es el segundo más bajo de todos los países OCDE. En este ám- bito, el gasto del Estado llegó al 10,9%, cifra que se ubica muy por debajo del 20,1% de la media que destinan los 36 Estados miembros. “Si algo tiene el gobierno es dispo- nibilidad de información, datos riquísi- mos. Si el gobierno no previó la situación actual es porque simplemente no quiso verlo, no puede declararse sorprendido”, afirma la psicóloga Clarisa Hardy, quien fuera ministra de Planificación en 2006 en el gobierno de Michelle Bachelet y hoy ejerce como presidenta del Insti- tuto Igualdad. “En el primer gobierno de Bachelet, cuando empezamos a idear el sistema de protección social, adver- timos que en la medición de la pobreza no se estaba con- signando el índice de vulnerabilidad. Es decir, que frente a circunstancias que no se controlan, como enfermedades, accidentes, crisis económica, catástrofes naturales, inme- diatamente un gran segmento de la población iba a caer en pobreza porque su nivel de ingresos es muy ajustado, les permite salir de la línea de pobreza, pero en el momento en que tienes un shock, lo pierden todo”, afirma la psicóloga. Hace 33 años, Hardy iniciaba, bajo el alero de la Aca- demia de Humanismo Cristiano, una experiencia de apoyo externo profesional a las ollas comunes que estaban emer- giendo con fuerza en dictadura. “Hacíamos de mediadores para conseguir ayuda internacional, recursos para víveres, les dábamos asistencia técnica, por ejemplo, contratamos a una nutricionista para ayudarles a mejorar sus ollas, los asesorábamos sobre cómo ir al consultorio para exigir que a los niños los pesaran y midieran y así poder acceder a Según la Cepal, el nivel de pobreza pasará del 9,8% al 13,7% en Chile debido a la pandemia. Y, sin embargo, el gasto social público de Chile es el segundo más bajo de todos los países OCDE: 10,9%, cifra que se ubica muy por debajo del 20,1% de la media que destinan los 36 Estados miembros. 11

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