Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

un escenario terrible, de una figura, de una persona, que está sufriendo lo peor que puede sufrir un ser humano en las condiciones actuales. Otra cosa que está pasando, que es muy dura también, tiene que ver con chilenos, chilenas, personas que viven en Chile, que están varadas en distintas partes del mundo y en muchas de ellas son rechazadas; eso es lo mismo que vive un migrante cuando es rechazado aquí. En eso me hace pensar la pregunta que me haces, con la esperanza de que no ocurra nada terrible con una persona migrante en Chile, pero recordemos que a Joan Florvil le pasó una cosa similar en una situación normal de la sociedad chilena, y después a varias mujeres más y a varios migrantes más, que fueron rechazados, maltratados, que murieron por falta de humanidad. Entonces, en estos momentos, la cuestión de la hu- manidad está en tensión. —¿Tienes conocimiento de si el gobierno central o los gobiernos locales han tomado medidas puntuales para prevenir el contagio entre las personas migrantes, que en muchos casos viven en situaciones de hacinamiento o falta de acceso a servicios como el agua corriente? Desde el gobierno, no lo sé. Creo que desde las oficinas de migrantes, en ciertos municipios, es probable que sí, no las conozco todas, por lo tanto me podría equi- vocar, pero conocí lo que estaban haciendo en Recoleta, en Arica, en La Pintana. Pocos días antes de las medidas de confinamiento estuve en Arica, donde se habían tomado medidas y creo que ha habido voluntades de organizaciones de migrantes y promigrantes, también desde grupos de médicos de distintas nacionalidades, para hacer difusión. Pero no ha habido una decisión del gobierno de mirar esto y de darlo a conocer. Por ejemplo, en los matinales, hasta ahora no he visto que alguien haya hablado de esto y que plantee los riesgos que implica, no para la sociedad chi- lena, sino que para todos; es un problema de salud pública y hay que preocuparse de los sectores más desfavorecidos, más abandonados. —Y ante esa ausencia de medidas particulares, ¿cuáles crees que deberían ser las medidas en el corto, mediano y largo plazo? En el corto plazo, imagi- no que lo más urgente es prevenir el contagio, pero más adelante aparecerán problemas asociados a la pérdida de muchos empleos informales, una situa- ción que sin duda afectará a las y los migrantes más precarizados. Las de mediano o largo plazo deberían ser recogidas en una Ley de Migracio- nes que todavía no está y que todavía permanece en un lugar muy extraño. Luego está el tema de la salud pública: no debería ser una salud pública atravesada por decisiones económicas que dejan a una buena parte del país en la indefensión. Las medidas a corto plazo deberían ser dadas por especialistas o bien por gente preocupada desde el gobierno. La gente no está regularizada y, por lo tanto, son muy pocos quienes tienen trabajos estables. Comienzo diciendo que de los que tienen trabajos estables, muchos ya han sido despedidos, y quienes no están re- gularizados han sido trabajadores ambulantes y se las arreglan como pueden en distintos lugares. Organizaciones como el Servicio Jesuita a Migrantes, la Coor- dinadora Nacional de Inmigrantes o la Red Nacional de Organizaciones Migran- tes, las juntas de vecinos, que son tremendamente solidarias, no van a dar abasto. —Pensando en potenciales escenarios, podría ocurrir que esta pande- mia, que no reconoce fronteras, nos permita repensarnos como humanidad más allá de los límites nacionales, pero también podría ser que el miedo a que quienes provienen de otros países traigan enfermedades como esta haga “Está la posibilidad de que ese profundo sentimiento, gigante, que atraviesa a todos los sectores sociales, nos lleve a reflexionar sobre la humanidad, el lugar que tenemos en ella. Pero también temo que las fronteras vuelvan a jugar este rol de cierre para impedir el paso de una suerte de figura terrible que vendría a asolar nuestra salud pública”. más férrea la defensa de las fronte- ras. ¿Hacia dónde te inclinas? Uno sueña con que el futuro sea positivo. Está la posibilidad de que entre tanto sufrimiento y tantas cosas terribles que han pasado en otros paí- ses, ese profundo sentimiento, gigan- te, que atraviesa a todos los sectores sociales, nos lleve a reflexionar sobre la humanidad, el lugar que tenemos en ella, que seamos todos seres huma- nos y humanas en igualdad. Ese es el sueño, lo que a uno le gustaría. Pero también temo que las fronteras vuel- van a jugar este rol de cierre para im- pedir el paso de una suerte de figura terrible que vendría a asolar nuestra salud pública. A lo mejor el problema 71

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