Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

—L a pandemia nos recuerda el miedo al otro que, al me- nos conceptualmente, es uno de los factores detrás del racismo. Desde tu campo de experticia y considerando elementos como este, ¿cuáles son tus reflexiones sobre lo que ocurre en nuestro país en el contexto de la pandemia? Creo que es interesante volver al concepto de frontera, porque esta siempre ha marcado la línea de separación entre un país y otro, entre un continente y otro, es una línea real y una línea geográfica que nos separa, y es en ese lugar terrible, de la frontera, donde siempre ha estado el inmigrante cuando no se le deja ingresar a un país. Es un miedo que tiene que ver con que la nación sea contamina- da con infecciones, enfermedades, con todo aquello que puede penetrar la piel y podría echar a perder una “raza”. Pero hoy la frontera está en el cuerpo. Entonces el miedo al otro cambia de registro, ¿no? El miedo al otro no es simplemente eso, es xenofobia, que es el miedo al inmigrante por su color de piel, condición, rasgos, origen, nacionalidad, pero ahora el otro puede ser cualquiera. Y otro u otra, que puede ser cual- quiera, que hace peligrar la vida. Diría que hoy, en un primer momento, el inmigrante desapare- ce, no está siendo con- denado públicamente de buenas a primeras. Porque este inmigrante al que tanto se le ha temido se transfor- ma en el trabajador que hoy está en los servicios básicos, los recolectores, por ejemplo. Si miramos a quienes limpian las plazas, desinfectan, a quienes están en los servicios públicos, en las labores de limpieza más general o a quienes es- tán en la agricultura, siguen siendo los migrantes. —Considerando eso, ¿tienes una mirada optimista respecto a una poten- cial mayor valoración de los trabajadores inmigrantes en Chile tras esta crisis? No, para nada, yo pienso que aquí la cuestión de la explotación, esa figura de que si le pasa algo a alguien, a nadie le importa mucho porque puede ser reem- plazado, es la que está dando vueltas en esto que señalo. Pero después está el otro lado, el lado de la gran precarización, cuya razón principal es la falta de papeles, no tener documentos. —¿Cuáles son los principales espacios donde se ve la precarización de las vidas de las personas migrantes? Quisiera hablar de tres lugares. En primer lugar, la gente de la calle. ¿Quién está hoy protagonizando el mundo de la calle? Hay chilenos, chilenas, inmigran- tes de distintas nacionalidades, que están en el centro de la ciudad, a unas cuadras de mi casa, están repartidos en distin- tos lugares con sus familias, hijos, be- bés, expuestos en primer lugar a toda infección y contaminación. ¿Quién se va a preocupar de ellos? Obviamente, están las fundaciones, que hacen un trabajo espectacular, pero no van a dar abasto. Por otra parte, piensa en los campamentos. ¿Quién está en los campamentos? De nuevo, gente no documentada, tanto los inmigrantes sin documentos como chilenos y chi- lenas que no tienen acceso a la vivien- da, que no tienen acceso a derecho. Un tercer lugar, muy complicado, está al interior de las propias casas o de las propias piezas, en condiciones de ha- cinamiento que sufren particularmen- te las mujeres, las mujeres que ya han sufrido maltrato, que pueden sufrir maltrato de parte de los hombres, de los padres, maridos, parejas, hermanos, distintos abusos, y en este contexto las muje- res migrantes están viviendo en condiciones de tremendo hacinamiento. —¿Cuáles son tus principales preocupacio- nes respecto a las perso- nas migrantes en el con- texto de esta pandemia? Por ejemplo, algo que llegó en Twitter sobre un chico africano que está muriendo en Italia y que filma con su teléfono lo que una enfermera italiana le dice: “negro, muérete, eres un negro inmundo”, etc. Esa escena terrible, que no es de ninguna pelícu- la, sino que de la realidad, yo la temo. Creo que es imprescindible hacer algo para situar a los seres humanos frente a sus derechos. Pienso en esa pregunta que se hacían en un canal de televisión respecto a si las personas detenidas tenían derechos. Dentro de las cárceles hay migrantes que proba- blemente no están en el primer lugar de las preocupaciones, y estamos ante 70

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