Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile
ÓSCAR CONTARDO Periodista y escritor. Autor, entre otros, de los libros Antes de que fuera octubre y Rebaño. CONFIANZA naban. Eso nos repetían a los que ya éramos mayores y a los más jóvenes. No dejaban espacio para nuevas causas y la crítica era descalificada por peligrosa. Chile no estaba prepa- rado para nada más, para ningún otro objetivo que no fuera el crecimiento y la observación estricta de un evangelio económico con interpretaciones bien acota- das, que vertiginosamente se fue revelando como una trama en la que el elenco protagónico era reducido y tenía trato directo con los guionistas. La gran mayoría de los chilenos eran sólo figurantes anónimos sobre quienes recaía la parte más cruda del relato. Pero había que confiar, no por nada el país había logrado entrar al club de las naciones más ricas, la OCDE, el mismo grupo que en cada informe nos arrojaba las cifras de nuestra realidad en todos esos ámbitos que sobrepasa- ban una mera cifra de crecimiento. Chile podía exhibir datos macroeconómicos de excepción, pero tenía los peores índices en educa- ción, productividad, innovación y un sinnúmero de aspectos que remataban, además, en el peor índice de confianza interpersonal entre los países de la OCDE. Porque confiar en Chile se había transformado en un asunto restringido al ámbito de lo doméstico, lo pri- vado, y en contadas oportunidades en algo que se ex- tiende hacia el ancho mundo de lo público, en donde la mayoría serían simples desconocidos, seguramente tratando de sacar provecho. ¿Cómo no pensar así? Mal que mal, en eso consistía la experiencia diaria: someterse al trato abusivo, sobreponerse a los cobros indebidos y prepararse para una larga maratón que re- mataría en una jubilación de miseria. ¿En quién con- fiar? ¿En instituciones como el Servicio de Impuestos Internos, rudo con los débiles y gentil con los grandes evasores? ¿Confiar en la justicia que encarcela pobres y castiga con clases a los millonarios? ¿En la policía que desfalca? ¿En las Fuerzas Armadas que se juegan los gastos reservados en el casino? ¿En los datos de un censo fallido? ¿En los parlamentarios que legislan para las grandes fortunas? ¿En los candidatos financiados ilegalmente? ¿En un presidente que no paga las con- tribuciones pero que le exige a los ciudadanos cumplir con sus deberes? ¿En una iglesia que ocultaba sus crí- menes en el prestigio de la tradición? Nos dijeron que tomáramos distancia, que dejá- ramos que los entendidos hicieran su trabajo. Eso fue ocurriendo. En las elecciones presidenciales de 2017 votó menos de la mitad del padrón. La disminución de participación en Chile no sólo era una de las más bajas de los países OCDE, sino también “una de las más agudas a nivel mundial”, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Ahora, poco después del estallido de octubre, una pandemia arrasa nuestra forma de vida y las autorida- des piden confianza, dicen que las instituciones están haciendo su trabajo, pero lo que vemos, una vez más, es que los discursos sólo sirven para disimular los he- chos de la realidad, en donde hay un elenco estable, que parece libre de toda zozobra, y una mayoría que ya se cansó de esperar un futuro que nunca llegó. 15
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