Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

“[La crisis actual puede] perfectamente relatar lo que ha experimentado Chile en alguno de los frecuentes desastres socionaturales de su historia reciente o incluso durante lo vivido después del 18 de octubre de 2019”. 12 remota, otros no tienen acceso a In- ternet ni a computadores. Mientras algunos han podido pagar seguros de salud, otros están indocumentados y en completa indefensión. Mientras al- gunos mantienen su salario, otros son desempleados o pierden la fuente de ingresos por la que se han esforzado durante largo tiempo. Mientras algu- nos encuentran en la cuarentena la po- sibilidad de usar el tiempo de manera creativa y laboriosa, otros ven agudi- zados sus conflictos relacionales y ter- minan expuestos a mayor violencia y maltrato. Mientras algunos pueden contar con redes de apoyo para abas- tecimiento y distribución de labores domésticas y productivas, otros con- centran multifunciones en tiempos y espacios reducidos. Mientras algunos pueden refugiarse en propiedades con áreas verdes, otros deben encerrarse en sectores históricamente contamina- dos. Mientras algunos acceden a cum- plir penas en sus casas, otros son aisla- dos en insalubres y hacinadas cárceles. Mientras algunos se acompañan con las redes sociales, otros están aislados digitalmente. Mientras algunos pue- den lavarse las manos frecuentemente, otros no tienen acceso a agua potable en sus hogares. Mientras para unos el acceso a la atención médica puede resolverse de manera privada, otros saben con angustia que no serán aten- didos en caso de necesidad. Mientras algunos pueden seguir financiando la continuidad de tratamientos y espa- cios de contención psicológica, para otros el desgaste emocional abruma. Peor aún: mientras algunos disfrutan de todas estas primeras condiciones, otros se encuentran viviendo, a la vez, todas las segundas. La crisis de equi- dad y justicia está estructuralmente en la base de la crisis sanitaria. No se pue- de enfrentar una si se mantiene la otra. 2. Que las emergencias se vuel- ven desastrosas cuando no somos capaces de reducir los riesgos de manera integral . Las políticas socia- les, de educación, de trabajo, de ha- bitabilidad, económicas y de salud, siguen estando desarticuladas, entre sí y en relación con los territorios que pretenden beneficiar. La emergencia produce una crisis multidimensional que las personas no pueden resolver dimensión por dimensión de vida de manera secuenciada, por lo que la desarticulación de planes y programas es mucho más que un problema de gestión: es un problema de participa- ción y validación de las necesidades que enfrentan las comunidades. En Chile, las personas están en riesgo de manera crónica y superpuesta: riesgo a perder el trabajo, a tener un traba- jo precario e inseguro, a no tener una vida sustentable, a no contar con edu- cación de calidad, a no ser atendidas como corresponde cuando se requiere de asistencia física o psicológica, a no poder cuidar como merecen a sus ni- ños/as o abuelos/as, a ser discrimina- das por discapacidades, a ser excluidas por su origen. Cuando todo se da al mismo tiempo, las personas terminan priorizando la resolución de un pro- blema, sabiendo angustiosamente que con ello profundizan los otros. Un sis- tema social garante del buen vivir no puede dejar tal responsabilidad a cada persona. La crisis política de desarti- culación e insuficiente articulación con las comunidades sólo se puede enfrentar con soluciones colectivas y participativas, presentes en todos los territorios, integradas, que no priori- cen las necesidades macroeconómicas por sobre las demás, sino que validen las estrategias y propuestas que las comunidades conscientes han levan- tado a partir de sus propias experien- cias y proyecciones. 3. Que la desconfianza incre- menta el miedo y el control social . La ambigüedad y falta de claridad de una política de protección, junto a la percepción de abusos e injusticias,

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