Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

defiende el interés propio, personal, de una manera mani- fiesta que para el chileno de unas décadas atrás es increíble. Nadie se hubiera atrevido a proclamar su propio interés so- bre el del resto como se hace ahora, hoy el derecho a lucrar es prácticamente sagrado y si alguien quiere hacer un buen negocio, se considera que está en su más absoluto derecho a hacerlo y las medidas reprobatorias tienden a ser mínimas. Esa apología del egoísmo y del individualismo viene acom- pañada por un cierto desdén por aquellos que no tienen una situación individual, personal, que les permita acceder a cosas elementales como salud y educación. La idea que queda es que para esa gente lo público provee algo que na- die espera que sea de la mejor calidad. En ese contexto, no solamente es importante reivindicar lo público como una alternativa para los que no acceden a lo privado (quiero recalcar que en el Chile pre dictadura lo público no era aquello para los pobres, era aquello que tenía- mos todos los chilenos por definición, a menos que quisiéra- mos otra cosa; a los liceos no iban los pobres, íbamos todos), sino que la idea de lo público es clave porque hay dinámicas cuya complejidad se dan en el ámbito de la sociedad en su conjunto, no en el entorno de cada individuo, la salud y la educación son un ejemplo por antonomasia. —¿Podría detallar qué sucede en esos ámbitos, específicamente? En salud, por ejemplo, insuperable es la vacunación. A la persona más rica y egoísta le conviene que vacunen a los pobres, va en su beneficio directo que los pobres sean vacunados porque de esa manera se pueden controlar las pes- tes. En el ámbito de la educación, un mínimo de razonamiento te dice que si tú tienes un pueblo mejor educado, vas a tener un país mejor capacitado para absorber mejores tecnologías, nuevos métodos productivos; es lo que dice Fernando Mönckeberg, la importancia de tener un pueblo inteligente para vencer el subdesarrollo. El hecho de que tengamos un sistema público eficiente y de alta calidad nos beneficia a todos. La contribución a lo público es algo que se da en una dinámica que nos beneficia a todos y ese senti- do de pertenencia es algo que debe guiar nuestra conducta. A mí me gusta mucho enfatizar, no solamente por lo ético que para mí y otros resulta fundamental, sino que también desde lo empírico, que si nosotros no cuidamos aquello que llamamos el bien común, vamos a salir todos perjudicados. Si tú, por ejemplo, pensaras más allá de tu propio inte- rés, te resultaría obvio que si vienes de un sector de Santiago con alta incidencia de Coronavirus y te vas a un balneario donde prácticamente no hay contagiados, al ir a comprar puedes contagiar a quien te vende el pan, que a su vez va “Si tú no eres capaz de implementar sistemas que protejan al conjunto de la población, si la letalidad de la enfermedad fuera mucho mayor en los sectores pobres que en los sectores más privilegiados, eso tendría una repercusión importante en la evaluación de todo esto”. a llegar a la casa donde va a haber alguien, mamá, abuelo de 80 años. Si piensas un poco mas allá de ti mismo y de que quieres ir a la playa, y te das cuenta de que puedes contribuir a que se contagie y muera una persona de 80 años, cambia tu conducta, pero para eso tienes que salir de tu propio yo y pensar en términos de la pertenencia a una sociedad. Creo que si alguna enseñanza nos va a dejar esta epidemia, no sólo va a ser la valoración de lo público, sino que entender que hay cosas que se dan en un plano de com- plejidad que es la sociedad, que no es la mera suma y yux- taposición de lo que le pasa a cada individuo en particular. —Esta pandemia avanza en nuestro país en un mo- mento particular, a varios meses del estallido social y en un contexto en que a la desconfianza en el gobierno y ciertas instituciones se suma el empoderamiento de la ciudadanía. ¿Cree que estos factores han incidido en la manera de controlar la crisis sanitaria? Precisamente por eso encuentro muy valioso el llama- do que ha hecho el ministro del Interior a formar la mesa social, porque es un reconocimiento que considera otras miradas. Esto lo digo con mucha cautela, pero uno se pre- gunta, cuando ve estas cosas que parecen de ficción, como que estén los habitantes del litoral impidiendo que entre la gente de la capital, por ejemplo, si acaso no era esa una medida que debió tomar la autoridad formal y no algo re- suelto como una cosa espontánea de la población. Es casi una paradoja que sea la ciudadanía la que espontáneamente asuma medidas que corresponderían a indicaciones u orde- namientos desde la autoridad. —¿Qué medidas de corto y mediano plazo está to- mando la Universidad con sus estudiantes, sobre todo en el aseguramiento de la docencia y considerando los cos- tos de distinto tipo que esta emergencia les está signifi- cando a los hogares de las y los jóvenes? Siempre enfatizamos que no estábamos suspendiendo las clases, sino cambiando la modalidad de enseñanza. Por supuesto que no es posible a un 100%, pero vamos a tratar de hacer lo máximo posible para que las clases no se suspen- 9

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