Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile

cuentas a la generación de los padres. Esta escritura sí manifiesta un explíci- to descontento, falta de expectativas, ausencia de proyecto y mucho resen- timiento. La posmemoria corre en paralelo al surgimiento de la autofic- ción. Un tipo de narrativa en la cual confluye la ficción con la biografía del autor/a, donde se elimina la acción, los acontecimientos se limitan a lo cotidiano, intrascendente, y el tiem- po parece detenido. Mucho yo, mu- cho individualismo, pero también so- ledad, tristeza, nuevamente mundos burgueses apresados por una lógica del consumo ligado a las relaciones afectivas. El tiempo en estas narra- ciones se ha condensado, los periodos son breves, no hay pasado ni futuro, sólo un presente continuo, interrum- pido por crisis de sujeto/a que alteran los ritmos de vida sin que esto signi- fique dramatismo o tragedia. Es más, todo lo trágico termina por diluirse en pos de la sobrevivencia automati- zada de los personajes o del llamado darwinismo neoliberal. ******* La autoficción se ha vuelto una moda o tendencia que fácilmente se podría rechazar en bloque por sus innegables parentescos con la lógica neoliberal, sin embargo, me pare- ce necesario hurgar un poco más en ella. Se trata de una escritura sobre una intimidad en crisis, despojada de todo, donde lo único que queda en pie es el sí mismo/a. Sin épica resulta natural la introyección del sujeto/a, el privilegio de situaciones domésticas que dan cuenta del vaciamiento de expectativas, de la impotencia de no poseer algo más que al propio yo; son escrituras del después de la derrota, del momento en que surge un estado de tregua, donde sólo queda vivir en el pequeño territorio asignado y, en ciertas ocasiones, asumir cierto cinis- mo o ironía. ******* Las escrituras de mujeres desde el 90 en adelante manifiestan mayori- tariamente un giro radical. Advierto, acá, un territorio de escrituras orien- tadas a privilegiar a la mujer en su dimensión política. Sin edades que marquen generaciones, las escritoras abandonan los lenguajes sutiles, las retóricas oblicuas tan bien recibidas por nuestro macho campo literario, para poner en escena las operaciones patriarcales y su pedagogía orientada a subordinar a la mujer. La escritura de mujeres en sí misma se está convir- tiendo en una revolución del lengua- je, amarrada a la exigencia de cambio social, donde se enfatiza la presencia de cuerpo, la diferencia de género, el abuso y la memoria como un lugar fundamental para la deconstrucción del sujeto mujer. ******* La crisis tiene una presencia cons- tante en nuestra literatura, incluso en la plenamente neoliberalizada, y no implica necesariamente una energía contrahegemónica. Aun cuando sea de Perogrullo, reiteraré que no hay li- teratura sin crisis y que, por tanto, si de literatura y crisis se trata, es casi impo- sible encontrar un texto donde se haya eliminado la crisis. He intentado deri- var a un tipo particular de crisis, aque- lla ligada al estallido social que estamos viviendo. Pero esto no puede implicar la elaboración inoportuna, dado el contexto y este espacio, de listas con autores y autoras que hayan vaticina- do la revuelta social o, en su contrario, autoras y autores que se hayan plegado al discurso hegemónico. Por supuesto que hay nombres que son más que evidentes y que ya he mencionado en otros lugares, porque son claramente una interrupción violenta en el curso del orden neoliberal o su afirmación tajante. Pero si hay algo que el estalli- do ha mostrado es que las chilenas y los chilenos sí leíamos y sí podíamos expresarnos. Durante años se constru- yó una mitología que relegaba a gran parte de la población a un estado de barbarie no lectora y por lo tanto inca- pacitada del derecho a hablar, esclava sumisa de la televisión y los medios. Pero entre todo lo que comenzó a ar- der desde el 18 de octubre también se arrojaron al fuego las ansias monolo- gantes de las elites, el monopolio de la palabra y del discurso, sus límites, cánones y escalafones. Es difícil creer que todo eso se calcinó y quedó redu- cido a cenizas, más cuerdo sería pensar que apenas se chamuscó porque son estructuras viejas y poderosas, resisten- tes, pero aun así deberían provocarse cambios importantes. Por eso, más que celebrar los poderes predictivos de la literatura deberíamos preguntarnos de qué lado queremos que esté la lite- ratura que viene. POR PATRICIA ESPINOSA H. Académica Instituto de Estética Pontificia Universidad Católica de Chile 56

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