Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile

Aquí, Chile: literatura neoliberal y literatura post estallido C omplejo resulta mirar nuestra literatura si asu- mimos hablar desde el interior del estallido so- cial. Sin embargo, los signos estaban ahí evidenciando por medio de gritos o susurros las múltiples grietas y frac- turas que iban opacando la brillante y monocorde atmósfera de progreso que pretendía ocultar la tragedia de vivir en el país más neoliberal del mundo. Porque desde siempre el es- pacio propio de la buena literatura ha sido la grieta: habitar una grieta, provocar una nueva, ignorarla, inclu- so rechazarla. Por eso, si la literatura decide habitar en la árida superficie que sirve de escenario para el desplie- gue del poder, no logrará sobrevivir. ******* Durante la dictadura, la literatura nacional, realizada tanto al interior del país como en el exterior, tuvo como eje, precisamente, la dictadu- ra. Todo texto de poesía y narrativa se orientó a la confrontación y de- nuncia del orden represor de manera alegórica o realista. La torsión hacia la estética neoliberal viene después, con la llegada de la democracia pacta- da con el poder militar y empresarial y tiene como momento fundante la década de los 90. La estética neoli- beral impuso y sigue imponiendo el predominio de una voz, ya sea na- rrativa o lírica, privatizada, es decir ensimismada, concentrada en su in- dividualidad e intimidad. El otro, la otredad, no aparece más que como parte de la escenografía que rodea el itinerario agónico del narrador o personaje principal. La subjetividad, por tanto, se empequeñece al punto de su cosificación, sometida a una continua anestética o pérdida de la sensibilidad, en este caso para perci- bir la existencia del otro o la otra; ade- más, la memoria se debilita, se hace pequeña, insignificante, salvo para el drama familiar o sentimental. Obvia- mente, cualquier proyecto colectivo está ausente, ya que el sujeto ve en la alteridad un escollo para el logro de sus objetivos. Incluso la ciudad pasa a ser un territorio amenazante (que interrumpe el desplazamiento del narciso) o un espacio ridículamente idealizado, sanitizado, donde el suje- to puede armar su ruta personal no afecta a interrupciones. La ausencia de diversidad de sujetos, en conse- cuencia, se vuelve fundamental. Una voz predomina, la burguesa, es decir, con sus necesidades materiales más o menos resueltas. Los y las otras o no aparecen o quedan en un segundo o tercer plano. Sujeto popular, migran- tes, pueblos originarios, trabajadores explotados, enfermos sin atención y ancianos empobrecidos. Pero la esté- tica neoliberal no se detiene ahí, por- que abarca también las expectativas de un sujeto que ya no tiene el refugio de una utopía, por lo tanto, sólo le queda un desencanto no trágico, al- gunas veces cínico, otras simplemente indiferente. Por todo esto resulta ob- via la ausencia de cuestionamiento a la explotación laboral y al sistema de castas: los personajes se mueven en un orden social naturalizado. Esto impli- ca que la literatura se retraiga sobre sí misma, orientándose a historias mí- nimas, sucesos cotidianos, donde los narradores, y también muchos poe- tas, han dejado de lado todo, salvo el yo y su despliegue incesante. ******* La literatura chilena, a partir del 90, se produce bajo el predominio de las lógicas neoliberales, expresa- das bajo la forma de la mercantiliza- ción de la cultura. En este sentido, si tomamos en cuenta lo dicho por Harvey: “No cabe duda de que la neoliberalización ha hecho retroceder los límites de lo no mercantilizable” (Madrid: Akal, 2007, p. 182) pode- POR PATRICIA ESPINOSA H. 54

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