Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile
individualista, en que cada cual ha de hacerse cargo de sí mismo y sólo de sí mismo, debería ser evaluada en su dimensión ética, es decir, puesto en los términos más simples, si a uno le gustaría o no vivir en una sociedad así concebida o si preferiría otra basada en valores más solidarios. Pero también debe ser evaluada en su dimensión empírica, es decir, la satisfacción o descontento que cada cual siente respecto a sus condiciones de vida reales. En efecto, las cuestiones más directamente atingentes a cada uno, tales como pensiones, salud, educación, vivienda, salarios, están de- terminadas por concepciones de la sociedad y la forma en que las personan interactúan en ella, en cuya definición ninguno de nosotros parece haber participado. Hubo quizás una excesiva fe en que los va- lores aplicados en Chile, tal como aquí se entendieron, eran parte de lo que ya irreversiblemente constituía una nueva realidad mundial. Hubo también una marcada incapacidad de asumir la necesidad de un equilibrio entre las esferas pública y privada. Esto trajo nota- bles consecuencias no sólo en las áreas de pensiones y de salud, sino fundamentalmente en el desconocimiento del rol de la educación pública como el gran agente de esa cohesión nacional que hoy tanto echamos de menos. Hoy el pueblo de Chile se muestra ávido de regenerar un espacio de encuentro, conversación y convergencia. Esta expectativa habrá de transformarse en una propuesta de construcción de futuro que sea, a la vez, tranquila y enérgica. Las universidades públicas estamos llamadas a aportar a una discusión que debe reconsiderar diversos ámbitos como educación, salud, previsión, salarios o vivienda. También plantearnos en tér- minos más globales respecto de una nueva matriz productiva para Chile, en la cual, gracias al desarrollo y aplicación de conocimiento, superemos esta etapa de nuestra historia económica basada en la explotación de recursos naturales. Pero, sobre todo, nuestro objeti- vo debe ser que la sociedad entera haga suyos los nuevos problemas del mundo contemporáneo, tales como la revalidación y revalora- ción de la democracia, así como la toma de conciencia de la crisis medioambiental de este antropoceno. La crisis actual será superada y se transformará en un avance social trascendente en la medida en que se cumplan dos condiciones que, siendo muy simples, hasta aquí han parecido lejanas: que la ciudada- nía perciba nítidamente que es consultada en las cuestiones que para ella son relevantes y, más importante aún, que se le hace caso. EDITORIAL 2
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