Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile
de una educación universitaria que, en la realidad, no les proveería ni una formación integral que los convirtiera en reflexivos ciudadanos del mundo ni un título profesional que les garantizara empleabilidad. Nadie se acordaba a esa altura que las universidades eran comunidades para la generación, mantención y transmisión del conocimiento. Muchos se entusiasmaban con este nuevo negocio con- sistente en incentivar a un joven a endeudarse hoy para ganar más dinero mañana. No se trepidó en corromper el sistema de acreditación. Se enorgullecieron de una gran ampliación de matrícula, la que se logró con créditos de estudio que llevarían caudales al sector privado. Hoy, un joven marchaba ante la vigilancia militar mostrando un pedazo de cartón en que había escrito: “El crédito de estu- dio me tiene tan endeudado que no les conviene disparar- me”. Perfecta síntesis económica-militar-cultural. Increíblemente, la institucionalidad en educación su- perior impuesta por Pinochet en 1981, recién se pondrá en discusión en 2014, al asumir Michelle Bachelet su segundo gobierno. El debate ha estado marcado por un contexto conceptual depauperado e intereses financieros desemboza- dos. Entre las estrategias utilizada para resistir los cambios ha destacado la de ambiguar el concepto de universidad pública, con fines tanto ideológicos como económicos. Los fines ideológicos: negar a la universidad estatal sus especificidades distintivas tales como pluralismo, laicidad, inclusión, vida interna participativa e independencia de controladores externos; además de su trabajo sinérgico con el resto del Estado en asumir y abordar los grandes pro- blemas nacionales y locales. Como ejemplo insuperable de ignorancia y confusión de los roles regulador y proveedor del Estado, cuando se implementó la gratuidad para las fa- milias por debajo del percentil 60, había acuerdo en que… ¡la gratuidad no se aplicaría a universidades públicas que no alcanzaran un cierto nivel en la escala de acreditación! (Tuvimos que explicar la inconsecuencia con los principios de la democracia que representaría tener universidades pri- vadas gratuitas y universidades públicas pagadas y que la calidad de las instituciones públicas debe ser activa y per- manentemente asegurada por el Estado). Los fines económicos: en un ámbito en que lo estatal representa 16% de la matrícula de educación superior y 25% de la universitaria, asegurarse que “el Estado no tuvie- “Las universidades públicas hemos desafiado el comando explícito de rivalizar, y hemos ido fortaleciendo redes e instalando una ética que reemplaza la competencia por la colaboración y promueve un sentido de ciudadanía y cohesión social”. ra un trato preferente para sus universidades” (sic), sino que siguiera proporcionando igual aporte a las privadas, como de hecho ocurrió al implementarse la gratuidad. Las universidades públicas hemos desafiado el coman- do explícito de rivalizar, y hemos ido fortaleciendo redes e instalando una ética que reemplaza la competencia por la colaboración y promueve un sentido de ciudadanía y co- hesión social. Somos la institución chilena mejor evaluada por el público general. (Encuesta que considera todas las instituciones de todo tipo. El segundo lugar, lejos, es para el Metro). Somos las preferidas por los estudiantes al mo- mento de postular. aunque la actual normativa, desoyendo el dogma de libertad de elegir, nos restringe drásticamente cualquier aumento de matrícula. Pareciera que en Chile estamos haciendo un camino de vuelta, que, desde luego, nunca es el mismo. Pero es bueno, en un recodo, conversar con los que podrían estar haciendo el de ida. Quienes marchan hoy están también alegres y espe- ranzados. Es diferente caminar que marchar, como tam- bién lo es salir de paseo que concurrir a una concentra- ción. Están presentes todos los estratos socioeconómicos. Los chilenos ven atónitos y emocionados que también hay marchas en los barrios ricos. Todos entienden que se requieren cambios estructurales. Una nueva Constitu- ción. Otra forma de vida. Suena mi celular con breve estridencia. Puede ser algo político o lúdico. Alguna pregunta desde una mesa de tra- bajo en la universidad. Algo sobre un documento de análi- sis. Alguna declaración oficial del gobierno. Alguna trage- dia. Alguna foto de un cartel ingenioso. Se me viene a la cabeza Machado: también la verdad se inventa. O, quizás, se sueña. *Este texto fue publicado en el diario español El País el lu- nes 28 de octubre de 2019. ENNIO VIVALDI VÉJAR Rector de la Universidad de Chile 27
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