Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile

Q ueridos compañeros: No desmayéis un solo ins- tante en esta hermosa labor de despertar a la juventud; mañana recordaremos estos días de entusias- mo como lo mejor de nuestra vida y quizás este recuerdo prolongue nuestro vigor y retarde para noso- tros la hora de la vejez. Nuestro gesto es sólo un gesto de afirmación magnífica. Existimos y queremos probarlo. En medio de la baba gaseosa que se respira en el ambiente chileno, en medio de la piara estúpida y taciturna que en- mienda de mediocridad nuestra vida cotidiana, hemos lanzado un grito y es preciso que este grito, reflejo de todos nuestros anhelos, se condense en el espacio como la nebulosa que forma un sol de primera magnitud. Somos los apóstoles de un Cristo invisible, de un Cristo abstracto a la juventud. Convirtamos en realidad este abstracto, realicémoslo, como aquel que ansiara realizar un sueño. Es posible que muchos quieran cruci- ficarlos, es posible que lo crucifiquen, pero antes de la crucificción tenemos treinta y tres años para sembrar. Jóvenes, seamos jóvenes, sea- mos dinámicos, seamos enérgicos, seamos puros, desinteresados y dis- puestos al sacrificio. Sacudamos esta apatía de buey durmiente que ador- HISTORIA DE CHILE VICENTE HUIDOBRO 1 8 9 3 - 1 9 4 8 (En: Espiga. vol. 3, 1925. Primavera) Crédito imagen: Fundación Vicente Huidobro mece hasta el paisaje de primavera con su sola presencia. Ayer uno de vosotros decía que yo he sido siempre como una descar- ga eléctrica, que soy un despertador. Esa frase me basta como recompen- sa, es el mejor elogio al que puedo aspirar y si realmente he logrado sacudir el adormecimiento de siesta española que nos caracteriza, podré volver a Europa pensando que valía la pena haber venido a la patria, pues he realizado en ella algo grande. ¡Hicimos nacer la juventud! Ninguno de vosotros, vaya donde vaya, podrá olvidar jamás estos mo- mentos de lucha, de fiebre fecunda, en que vuestros ojos se iluminaban de fe, vuestros ojos de apóstoles del Cristo abstracto. Por favor, amigos, no desmayéis. Nada nos importa el triunfo, pues sólo queremos afirmar esto: no cree- mos en ellos, ni en su ciencia, ni en su virtud, ni en su inteligencia, ni en su experiencia. Ellos nos han condenado a vivir en un país sin atractivos y nada in- teresante, han hecho de este país un país tal que el pueblo ha llegado a perder el sentido de la palabra patria y no sabe por qué debe amar su tierra. Nuestro deber es resucitar este Lázaro, aún recién muerto, antes de que ya, podrido, tengamos que ir a buscar sus parcelas en el vientre de los gusanos. Hagamos un país hermoso y próspero para dejarlo a nuestros hi- jos y que no se vean obligados a huir de estos parajes como de una tierra maldita. Que ninguno de los sepultureros vuelvan a mostrar en la escena su cara amarillenta, con esto sólo Chile está salvado. Salud y entusiasmo. Vicente Huidobro LA CHILE EN LA

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