Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile
El individualismo economicista es difícil de precisar. Desde un punto de vista teórico, el neoliberalismo ha sido una ambición que nunca estuvo en el liberalismo, ni en el político ni en el económico: esto es, la ambición de trans- formar al mercado en la figura y el modo de racionalidad del Estado y la so- ciedad. Y como mostró tempranamente el mismísimo Foucault, no se trató en caso alguno de un intento de apartar al Estado asegurando el laissez faire . Al contrario, la nueva racionalidad dominante requería del Estado, y en algunos casos, como ocurrió en Chile, sólo podía existir impuesta desde el Estado. Desde ahí se desplegó en la sociedad un proceso de indoctrinación y de creación de sentido común que probó ser de una efectividad sin igual. Primero, porque fue sostenido por redes de capital financiero y por un cam- bio extraordinario en el lenguaje de la economía y la política. Segundo, porque fue distribuido desde un universo mediático rediseñado espectacularmente por la revolución tecnológica, y predicado incansablemente por una tecnocracia profesional instalada en centros de poder del sistema global. Convertida en- tonces en una estructura de poder, la nueva ideología fue capaz de rediseñar el lenguaje de la política y del gobierno asimilándolos al mercado. De desterrar lo “público” a un concepto de servicio, unido al mercado y separado del Estado. De reducir lo “nacional” a un “patriotismo” simbólico y estridente. De sujetar la representación de la soberanía popular a una producción de “políticas pú- blicas”, y el imaginario democrático a lo “técnicamente posible”. De sacralizar una casta tecnocrática consagrada para “calificar” si una sociedad se inserta en el sistema globalizado, o es, por el contrario, expulsada de los mercados mundiales. Esta es, me parece a mí, la verdadera naturaleza del neoliberalismo y sobre todo su verdadera dimensión. Y aquí está el estupefaciente de la imaginación democráti- ca y de la imposibilidad de los grupos progresistas para esbozar un modelo distinto de sociedad. La contunden- cia de esta estructura de poder hace absurda la acusación de “traición”, dirigida contra quienes, perteneciendo a una tradición política social demócrata o democrática, debieron administrar la política a nivel nacional en las condiciones globales producidas tras el fin de la Guerra Fría. Que administraron sus economías y, además, en al- gunos casos, lo hicieron bien. 2. EN TODO CASO, se debe reconocer que no ha sido la oposición “socialista” —en ninguna de sus acep- ciones— la que ha llevado al capitalismo financiero a su actual crisis, y a la ideología neoliberal a la constatación de sus limitaciones. Lo que vemos hoy parece ser el fin del ciclo iniciado con la caída del Muro de Berlín y el “Es posible que aquello que la izquierda deba recordar en el momento actual es precisamente lo que aquellos que contribuyeron a destruir el Muro de Berlín dijeron de sus sociedades cuando luchaban por superar el Estado burocrático y autoritario que destruía sus esperanzas de libertad”. 47 DOSSIER
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