Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

R ecientemente, rectores, académicos, funcionarios y estudiantes de las universi- dades estatales, junto a las autoridades e integrantes del Senado, de la Cámara de Diputados y del Mi- nisterio de Educación, conmemora- mos el primer año de la entrada en vigencia de la Ley 21.094 de Univer- sidades Estatales. Este es un gran logro en el pro- ceso de reinstalar en Chile los valo- res de una educación pública. Para nosotros, la vocación académica se identifica con dimensiones que resul- tan propias, es decir, específicas, de la universidad pública. Una de sus ex- presiones más notables es el concepto de bien común, expresado en las ideas de pertenencia, respeto a las opinio- nes del prójimo, inclusión social e igualdad de oportunidades para que cada cual desarrolle sus talentos. Pensamos que ningún sector ideológico o político debiera consi- derar al sector público como antagó- nico. La educación pública permite que prosperen desde las ideas de Educación pública, bien común y cohesión social mática e intencional de la educación pública en Chile, con dramáticas consecuencias en sus niveles básico y medio, explica en gran medida el daño a la convivencia, tolerancia y cohesión social que hoy estamos su- friendo. Si queremos superar esta cri- sis, hoy deberemos abordar y discutir esta explicación. Debemos asumir que este proce- so de desintegración, que no ha sido casual sino buscado, alcanza su nivel más dramático en lo que está ocu- rriendo con el Instituto Nacional. Porque ahí se entrelaza el desprecio por lo público con el desprecio por la historia. Y es la historia común, una que abarca desde lo político y mili- tar hasta lo científico y humanístico, el otro gran factor de cohesión social para un país. La situación del Instituto Nacio- nal se nos aparece como surrealismo, como escenas sacadas de alguna pe- lícula de Buñuel. Me imagino a un paciente diciéndole a su psicoanalis- ta: “Doctor, tuve un sueño tan raro: veía estudiantes en el patio de un co- legio, y cuando alcé la vista al techo comprobé que estaba lleno de policías uniformados en formación”. Para nosotros tiene perfecto senti- do sugerir que la crisis de convivencia que vivimos en nuestra sociedad tiene como antecedente el debilitamiento de los valores propios de la educación pública. Y que ésta no se va a resol- ver si no somos capaces de reinstaurar esos valores. Es por ello que nuestra universi- dad, y el conjunto de las universida- des estatales, hacemos de la defensa, articulación y aumento en calidad de todos los niveles de educación públi- ca un objetivo esencial para preservar nuestra misión. Y estamos profunda- mente comprometidos con esta cau- sa que busca la cohesión nacional, la equidad y la inclusión al servicio del progreso y bienestar del país. POR ENNIO VIVALDI Rector de la Universidad de Chile EDITORIAL igualdad y equidad que propone el socialismo, hasta las que permiten hacer realidad el derecho a un desa- rrollo individual autónomo que de- fiende el liberalismo. Para nuestras universidades, esta vocación se expresa plenamente en el requerimiento de pertinencia, de compromiso con el desarrollo del país y las regiones. Es evidente tam- bién que no es posible cumplir con tal vocación a través de una decisión unilateral. Debemos invitar a todos los poderes del Estado a tener presen- te que las universidades estatales son una herramienta principal para servir al conjunto del país. Debemos tam- bién asumir en conjunto que sólo el reencuentro en una sociedad cohesio- nada permitirá superar el actual cris- pamiento social y el desacoplamiento entre el accionar político de nuestros jóvenes y la institucionalidad política nacional. Una de sus expresiones más dolorosas es lo que está ocurriendo en la educación media. Pienso que hace perfecto sentido la siguiente tesis: la destrucción siste- 1

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