Palabra Pública N°14 2019 - Universidad de Chile

tos, vivencias, apreciaciones, y, sobre todo, lo ha sido para soltar un poco la mano a la hora de escribir. He tenido además la suerte de no tener que escri- bir obligadamente sobre la contingencia política. A veces lo hago, es cierto, desde mis ideas de izquier- da, pero escribo también sobre novelas, películas, sensaciones que he experimentado en un bar o en un hipódromo, y hasta lo que veo cuando observo el canelo que tengo plantado en el pequeño jardín de mi casa. Si he de hacer una confesión, mis ami- gos de derecha me dicen siempre que prefieren mis columnas sobre cualquier tema que no sea político, mientras que los de izquierdas me retan cada vez que publico una columna que no es sobre política y me dicen que cómo puedo desaprovechar el espacio que me da El Mercurio hablando de un canelo o de lo que sucede en un hipódromo. —¿Contribuye esa toma de posición en el es- pacio público a generar diálogo? —En Chile nos falta conversación, palabra que prefiero a diálogo, porque esta última ha ido toman- do un olorcillo a sacristía. Conversación que presu- pone encuentro entre quienes quieren pedir la pala- bra en el espacio público, disposición a escucharse unos a otros, a dar y también a atender razones, in- tención de convencer a otros pero apertura también a dejarse persuadir por los demás, y claro, a todo eso sirve el cultivo, la enseñanza y la difusión de las hu- manidades y de la virtud que debe acompañarlas: la tolerancia, y tolerancia no como simple resignación disgustada pero pacífica ante los que piensan o viven de modos diferentes a los nuestros, sino como aper- tura consciente hacia éstos y sus planteamientos. —¿Cuál es su visión sobre la discusión que ha levantado el cambio curricular propuesto por el Mineduc para los estudiantes de enseñanza me- dia? Se le quitaría el carácter obligatorio a Histo- ria, pero se le devuelve a Filosofía. ¿Cómo ve estos cambios, que parecen depender de la valoración de las disciplinas de acuerdo a diferentes momentos? —Damos demasiada importancia a qué se ense- ña (materias, asignaturas) y a cómo se enseña (me- todologías de la enseñanza) y poca a para qué se enseña (objetivos). La cuestión de los objetivos sue- le despacharse con un par de frases rimbombantes que se incluyen al inicio de los proyectos educativos o estatutos de los establecimientos educacionales, pero en los hechos la educación parece haberse re- ducido a capacitación, o sea, a precalentamiento la- boral según sean las necesidades del mercado de las profesiones y oficios. Además, los establecimientos educacionales de todos los niveles, cuyos directivos y docentes suelen criticar a los estudiantes que sólo estudian para las notas, han empezado a trabajar también sólo para las pruebas nacionales e interna- cionales y para los rankings que se elaboran a par- tir de los resultados de esas pruebas. Están bien las mediciones, pero no hay que transformarlas en el objetivo casi único y no declarado de los estableci- mientos educacionales. Está bien que estos busquen prestigio, aunque a veces parecen buscar bastante menos que eso: imagen. Damos también mucha importancia a lo que ocu- rre en los establecimientos, en las salas de clases, olvi- dando que también nos educamos en la casa en que vivimos, en la familia a que pertenecemos, en la calle, en los recreos, en los estadios, en las salas de cine. Historia y Filosofía deben estar en todo currí- culum de la enseñanza media, ya sea porque se los ponga allí como obligatorios o por decisión interna de los establecimientos. La Historia enseña a pensar y la filosofía hace eso que nuestro Jorge Millas decía de ella: poner en tensión la inteligencia para pensar hacia el límite de nuestras posibilidades y escapar a cualquier forma de embotamiento intelectual, como la complacencia en lo obvio, el espíritu gregario o de partido, la pereza escéptica y el conformismo, sea este último conservador o revolucionario. —¿Piensa que las universidades públicas están actualmente a la altura de lo que requiere de ellas la discusión pública en diferentes temas? —¿Qué se entiende por universidades “públicas”? Todas se declaran tales porque cumplen una función de importancia pública, pero también las funerarias cumplen una función pública muy relevante y a nin- guna de ellas se le ocurriría presentarse como orga- nismos públicos que tienen derecho a recibir recursos 56

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