Palabra Pública N°14 2019 - Universidad de Chile

formas de expresión y de comunidad que son juez y parte de los mundos históricos que conforman, transformándolos continuamente, y transformando al ser humano dentro del mundo. III Sólo una sociedad profundamente alienada po- dría expresar hoy por hoy sorpresa ante la perogrulla- da de que vivimos en mundos posibles que nosotros mismos hemos configurado. La idea de que la com- prensión de estas formas humanas de hacer mundo es una tarea menos seria o autónoma que el conoci- miento de la naturaleza es un prejuicio ya más difun- dido, interesado y peligroso. IV No es lo mismo inquirir sobre lo que se considera dado, como ocurre en las observaciones y clasificacio- nes que hacen las ciencias regionales acerca de la natu- raleza, que comprender lo creado por el ser humano o seguir creando de manera acorde, para lo que se re- quiere un “sentido de estilo”. Registrar regularidades en alguna parcela de la realidad –percibir o abstraer la repetición en vistas a validar leyes o modelos para alguna dimensión del espacio-tiempo o de la vida, si se quiere–, es una actividad perfectamente humana, donde no se es menos artífice que observador. Pero lo que suele definir un estilo es el carácter individual e irrepetible, precisamente lo que escapa al método es- tadístico que domina en las ciencias naturales y socia- les, por mucha corrección y complejidad que incor- poren a sus sistemas de variables. Si la comprensión de un estilo podrá ser eventualmente parafraseada deductiva o empíricamente, no es nada sin la penetra- ción imaginativa que la genera. Si puede cerrar el foco sobre un eventual detalle significativo que revele la di- ferencia específica, e incluso amplificarlo para generar conocimiento característico o caricatural, no es nada sin una visión del conjunto de las capacidades sim- bólicas del hombre (cualquier paseante distraído sabe que una melodía afecta sus maneras de mirar). No separa la forma del contenido de la experiencia o del discurso, pues tiene consciencia de que no hay mane- ras distintas de decir o proyectar lo mismo. No busca hipostasiar una constante a partir de la repetición de un experimento, sino generar instancias ejemplares, lo que constituye una referencia de otro cuño. V Los procedimientos de la radiografía no son los del retrato; como cualquier estilo, reorganizan el mundo de manera tan dramática como las entida- des que traen a la luz. Confrontada a un objeto na- tural, por muy ocultas que suponga sus estructuras profundas, la ciencia opera por hipótesis y demos- tración, sospecha y sentencia, argumentando a través de generalizaciones y uniformidades derivadas de la co-presencia de los objetos y eventos que le entregan sus conceptos, categorías e instrumentos, lo que le permite diferenciar, al menos por un tiempo y en un campo, entre lo que considera verdad y error. Es lo que suele comunicar mediante un género discursivo sui generis, el paper , cuya ley enunciativa es la de un pronunciamiento de ambición impersonal, literal y denotativa, a veces matemática, donde alguien pre- viamente autorizado como experto expone sus des- cubrimientos sobre un aspecto puntual y técnico, de manera breve y clara, al día y efímera, susceptible de consenso y dispuesta a ser corregida o sobrepasada por la siguiente comunicación que genere actualidad. Ante las creaciones del ser humano, en cambio, no hay coartada realista que valga: se está obligado a asu- mir de entrada toda una variedad de mundos posi- bles, cuyos horizontes de experiencia se revelan más “La paradoja es tan sólo aparente: mientras la teoría científica, con su pretensión de validez ahistórica, es enterrada cuando surge una versión más convincente de los hechos, las creaciones humanistas, conscientemente datadas y situadas, tienen una organicidad que les da vida histórica, permitiéndoles resurgir una y otra vez de la tumba a decir lo que tengan que decir”. 42

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