Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

un ensayo en el que lo hizo mal. “Una vez, como elogio, después de que dirigí, supongo que bien, me dijeron que ya nadie iba a poder decir que dirigía como mujer”, recuerda. Ninoska y Valeria concuerdan en que todos los re- ferentes que se estudian en las universidades, tanto en composición como en dirección, son hombres. Ninoska, por ejemplo, cursó dos años de literatu- ra musical y en ninguna de las sesiones el profesor mencionó a una compositora. “Me dijo ‘pucha, lo siento, es que no hay. O sea, deben haber, pero es que no son las que marcaron la historia’. Y fue triste, porque en realidad no se esfuerzan mucho en buscar y en visibilizar”, afirma. Nuevas referentes El mismo estudio de Bachtrack reveló que de los cien directores más ocupados del mundo sólo cinco son mujeres, un leve aumento considerando que la misma investigación en 2013 arrojó que sólo una mujer integraba este Top 100. Sin embargo, actual- mente existen talentosas directoras de orquesta alre- dedor del mundo que han hecho historia en diferen- tes agrupaciones profesionales por ser las primeras mujeres a cargo. Entre ellas destacan la mexicana Alondra de la Parra, actualmente directora de la Orquesta Sinfónica de Queensland; la estadounidense Marin Alsop, titular de la Orquesta Sinfónica de Baltimore; la brasilera Ligia Amadio de la Orquesta Filarmónica de Mon- tevideo; y la chilena Alejandra Urrutia, directora de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal. Con un oído excepcional cultivado desde pequeña por su padre, a quien habitualmente acompañaba a sus ensayos de contrabajista, Alejandra supo a los 12 años que quería ser violinista. Producto de su talen- to, a los 16 se ganó una beca para estudiar violín en el Columbus College –actual Columbus State Uni- versity– y ahí obtuvo su primer título. Cinco años más tarde, con tan sólo 24 años, egresó de la Univer- sidad de Michigan con un master y un doctorado en violín en la mano. La directora asegura no haber vivido episodios explí- citos de discriminación, sin embargo, en pequeñas sutilezas ha sentido diferencias. “Yo era firme y deci- dida como directora y había cosas que no se hacían”, relata. También recuerda un encuentro de directoras mujeres en Sao Paulo en el que la trataron de “mi- jita” y no lo podía creer. “Yo no soy ‘mijita’, soy la directora de la orquesta”, pensó en ese momento. En abril del año pasado Alejandra viajó a Amster- dam a un concierto de Ivan Fischer, director de la Budapest Festival Orchestra y de la Konzerthaus Berlín. En la presentación, la chilena conversó con Fischer y comenzaron una relación de cordialidad que más tarde se convirtió en una oportunidad la- boral para Alejandra. En noviembre la directora via- jó nuevamente a Europa, esta vez a trabajar como asistente del destacado músico. Este año repetirá la experiencia en ambas orquestas. “Si yo fuera un hombre, eso estaría en todos los titulares”, señala. Mientras Alejandra consagra su carrera a nivel in- ternacional, Ninoska busca consolidar la Orquesta de Mujeres para visibilizar y potenciar el talento femenino en la música y Valeria trabaja desde su Casa de Estudios realizando un catálogo de obras de compositoras chilenas para el estudio e investiga- ción de estudiantes, como el existente en el Archivo Central Andrés Bello de la U. de Chile, que reúne partituras entre 1847 y 1930. Paralelamente, nuevas estudiantes, compositoras, intérpretes y directoras se desarrollan en diferentes espacios e instancias de aprendizaje para músicas con el objetivo de romper estereotipos, erradicar el machismo y luchar por la igualdad de oportunidades en sus profesiones. En más de alguna ocasión a Ninoska Medel, que se ha formado por su cuenta como directora de orquesta, le dijeron que tocaba como niña cuando, por ejemplo, no lo hacía tan fuerte. “Una vez, como elogio, después de que dirigí, supongo que bien, me dijeron que ya nadie iba a poder decir que dirigía como mujer”, recuerda. P.61 Dossier / Nº10 2018 / P.P.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=