Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

POR ARELIS URIBE Periodista y escritora FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA S i tuviera que decir una sola cosa de esta primavera feminista, diría: gracias, cabras. Ojalá supieran cuánto las admiro, cuánto las quiero, cuánto las banco. Se les ocurrió algo que a ninguna de nosotras se nos había ocurrido. Cuando yo estudiaba Periodismo en la Usach, en 2006, igual que ahora, la revolución tenía un lugar y era la sala de clases. Intuíamos que lo personal es político, pero con un enfoque economicista. De la sala de clases, donde están mis mejores amigos, mis profes preferidas, donde me enamoro y me frustro, donde aprendo y me equivoco, nace mi destino social. Y ustedes, mujeres estudiantes, dijeron sí, ahí nace el des- tino social, pero la pobreza no es el único destino, la desigualdad económica no es el único dolor. Abran los ojos: el género es otra lucha de clases. Con ese giro hicieron del feminismo una causa del movimiento estudiantil completo. Ser de izquierda en mis tiempos sólo era enfrentarse al capital, rechazar el mercado, sufrir por la injusticia económica que genera desigualdad política. Allí estaba la rabia traducida en discurso político. La rabia contra el machismo no se politizaba. Sólo era la vida. Había mucho que no cuestionábamos. No cuestionábamos que la mayoría de los textos que leíamos era de autores hombres. No me cuestioné la vez que organizamos un concurso de cuentos eróticos y nos llamaron de La Cuarta para una nota y el periodista pidió hablar con mis compañeros hombres, o que cuando fue el fotógrafo a la universidad a tomarnos la foto para la nota pidió que posáramos: los hombres de pie con las manos detrás de la nuca punteando a las mujeres agachadas delante de ellos. No me cuestioné que cuando recibimos EL “2011 FEMINISTA” (O GRACIAS, CABRAS, POR DENUNCIAR QUE EL GÉNERO ES OTRA LUCHA DE CLASES) P.50 P.P. / Nº10 2018 / Dossier

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