Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

“Los Arrepentidos” incorpora elementos tes- timoniales aportados por los dos trans suecos. ¿Qué componentes de ustedes mismos están pre- sentes en esta obra? - Lo más interesante desde el punto de vista de la creación es esa cosa difusa de una sexualidad única que tiene el actor. Lo maravilloso del acto de transfi- guración de un actor es en algunos casos perder una sexualidad definida, ingresar más bien a un estado mental de una naturaleza humana. Para este tipo de hombres trans era interesante, porque de verdad la situación de ellos es bien especial, porque hicieron una transición a mujer y están volviendo a hombre, entonces hay cuerpos a medio hacer. Hay recons- trucciones de pene no terminadas, hay pechugas que no se han quitado, pero hay una forma de pensar masculina. Esa ambigüedad me parece que como actores nos permitió a nosotros situarnos en un es- pacio, un descampado de sexualidad importante. El tema de los trans arrepentidos está muy ins- trumentalizado por la derecha actualmente en Chile, a propósito de la ley de igualdad de género que se discute. ¿Qué te parece esa utilización que se hace del arrepentimiento? -Gravísima. Las sutilezas del lenguaje son muy importantes. Aquí el término arre- pentido no tiene connotación moral ni de culpa, ni religiosa. Yo lo en- tendí siempre como una posibilidad de moverse de un lugar a otro que no es mejor ni peor, es simplemente otro lugar. Es así como ellos lo ma- nifiestan. En la obra nunca se dice la palabra “arrepentido” o “lamento haber hecho eso”. Al revés, hay un orgullo muy grande de haber tran- sitado, haber descubierto que ese lu- gar no era el lugar de satisfacción, de respeto que ellos buscaban, entonces decidieron volver a otro estado. Es la pregunta que se ha hecho siempre. La derecha instaló el arrepentimiento como que la gente se me- joraba y eso nos tenía un poco asustados. Pero no ha sucedido nada de eso en la obra. En esta sociedad donde se premia mucho el éxi- to, no llegar a los objetivos finales, retroceder, arrepentirse, son acciones más bien castigadas. Transitar y cambiar de idea estarían en el mismo plano del “fracaso”. -Todos los miércoles después de las funciones tu- vimos conversatorios con trans y el público. Y esto lo explicaba una chica socióloga: lo trans, cuando se inicia, ese camino no tiene retorno. Siempre es más allá, aunque te quites. Pero no tiene fin. Y eso es súper difícil de comprender para ciertas personas. Pero para ellos no lo es. Hay una resistencia muy grande a creer que hay otra performatividad posible de los cuerpos. -Tengo la impresión de que ha habido épocas. Hubo épocas en que intervenirse quirúrgicamente, introducirse, quitarse, ponerse, cortarse, mutilarse, agregarse, era lo que había que hacer. Pero ahora tú ves que entre los chicos jóvenes, trans, muy pocos se han operado. Hacen transiciones hormonales o incluso simplemente transición de vestimenta y de actitud y de voz, y no hay más. Yo conocí ahora una diversidad de opciones trans impactante. Desde las viejas trans que han aparecido a ver la obra, que contaban que las rapaban los pacos todos los meses; para ellas era muy importante el pelo porque no ha- bía plata para comprarse pelucas, porque no había pelucas en Chile, estamos hablando de cincuenta, sesenta años atrás. Y ahora te das cuenta de que las chicas trans no se están operando. Porque también está este cambio, de dejar de asociar género a la genitalidad. “En la obra nunca se dice la palabra ‘arrepentido’ o ‘lamento haber hecho eso’. Al revés, hay un orgullo muy grande de haber transitado”. P.38 P.P. / Nº10 2018

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