Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

“La derecha está construyendo una historia imaginada, que requiere trabajo cultural e ideológico duro, no sólo económico, requiere que tú temas del futuro y que gires hacia un pasado imaginario, requiere un cristianismo de la prosperidad, un cristianismo evangélico que imagina un futuro en el cual mandan ‘hombres fuertes’”. esfera privada limitada a los cuidados, o para mu- chos hombres negros que son sexualizados y tratados como irracionales, eso es muy poderoso. Lo que esta apelación al buen sentido permite es ser considera- do como intelectualmente capaz y como un actor económico racional. Pero sus efectos son desmovili- zadores y eso es desastroso. Porque si algo sabemos es que la educación, como toda institución social, cambia no por los profesores sino por las moviliza- ciones de la comunidad. Los activistas por la educa- ción, entonces, deben involucrarse con movimientos más grandes y en vez de demonizar a la gente que se mueve hacia la derecha, preguntarse cómo se le puede movilizar en otra dirección. En tu libro hablas de la urgencia de enfrentar la formación de “sensibilidades desocializadoras” en la sociedad contemporánea. En el caso esta- dounidense, ¿hasta qué punto ese fenómeno ex- plica el avance de Trump y de las alianzas entre neoliberalismo y conservadurismo religioso? -Definitivamente es así. Trump ha sido acusado de violación, pero no le importa. Carece absoluta- mente de ética. La derecha religiosa, que lo debiera considerar repulsivo, lo apoya y dice ‘Dios traba- ja a través de seres humanos imperfectos’. Si hay gente que piensa que la religión tiene que ver con defender a la comunidad y a los oprimidos, debe- mos comprender cómo funciona ese buen sentido y reprogramarlo en una dirección progresista. Pero por ahora quien ha sido extraordinariamente efec- tiva en hacerlo es la derecha. Ahora bien, Trump es el neoliberalismo y el conservadurismo cultural y religioso. Una crisis en la economía, la cultura y las comunidades. Un tiempo en el que mucha gente se vuelve cínica, incluso en la izquierda. En- tonces, es un tiempo en el que debemos restaurar la noción de que, no siendo automática, la lucha continúa y ya contamos con recursos para conti- nuarla: si recuperamos nuestra historia y si mira- mos a actores que no suelen ser mirados, como la juventud, los movimientos de mujeres, de los gays o de los derechos de los discapacitados. Adviertes sobre el carácter “progresivo” que la ideología de la “libre elección” puede asumir en ciertas comunidades excluidas, ya que ser con- siderado un “consumidor inteligente” es mejor que, bueno, no ser considerado en absoluto. ¿Cuál es el alcance de esta aparente paradoja y cómo piensas que hay que enfrentarla? -Parte de mi punto proviene de Gramsci. Él dice mantente lejos de la idea de “falsa conciencia”, la gente no es estúpida, tiene una idea de sus derechos y de la realidad que enfrenta. Esto es importante por- que la derecha trabaja sobre aquello con creatividad, especialmente los libertarios de derecha. La derecha toma muchos de nuestros conceptos progresistas como democracia o libertad, y cambia su significa- do. Así, a personas que son oprimidas, tratadas sin respeto, el neoliberalismo les dice: democracia es la capacidad de elección del consumidor y nosotros te la daremos. Y bueno, para muchas mujeres que han sido reducidas a objeto de deseo masculino y su P.34 P.P. / Nº10 2018

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