Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

llevara. Es celosa con sus niños y tenía miedo sobre el estado de la guagua en el futuro. Pese a sus reparos, M., de apro- ximadamente un año y medio, está yendo al jardín y tiene cédula de identidad. Vive con su madre de 21 años, quien meses antes le enseñó a López canciones en creole para que se las cantara a su hijo mientras lo cuidaba en el hogar. Al tiempo en que aumenta el número de niños y niñas in- migrantes que llegan a los centros del Sename, son cada vez más los extranjeros que llegan a trabajar a estas instituciones. Según Matías Marchant, esta transformación se evidencia desde hace unos dos años y no sólo implica cifras sino que también cambian las formas de trabajar. -Ellos vienen con una mirada sobre la solidaridad y la coo- peración- precisa Marchant. En el Hogar Misión de María, tras la renuncia de distintas cuidadoras, contrataron educadoras bolivianas, peruanas, colombianas y venezolanas. Andrea Añez es venezolana y tiene 27 años. EnVenezuela estu- dió Educación de Párvulos. Llegó a Chile hace un año y cinco meses y buscó trabajo en Yapo.cl, donde apareció un anuncio que solicitaba una educadora de párvulos. Actualmente lleva 12 meses trabajando en el hogar de Ñuñoa, donde gana cerca de $350.000 mensuales por sus turnos en el hogar. P. es una de las niñas a cargo de Andrea y está aprendiendo a andar en bicicleta con ruedas traseras. -P. es de familia peruana y habla totalmente diferente a como lo hacen los chilenos- cuenta Andrea. Juntas, asegura, ayu- dan y corrigen a los otros niños y niñas de la sala que escriben o dicen al- guna palabra errónea. P. llegó en marzo de este año al hogar. Su mamá es peruana y su padre, chileno. Ambos fueron detenidos por microtrá- fico. Su hermano mayor, con quien también vivía, fue destinado a otro hogar. Hace poco, una tía de la niña viajó desde Perú para hacerse cargo de ella. Se la quiere llevar a Chimbote, localidad en la que reside. Andrea dice que hace falta ayuda de psicólogos en el proce- so, porque es mucha la carga emocional. Hace poco más de una semana, la madre de P. fue a visitar a su hija por permiso de Gendarmería. Andrea Añez dice que fue un reencuentro hermoso, pero con despedida triste: P. no dejó de llorar. No quería separarse de su mamá otra vez. Según Matías Marchant, la llegada de extranjeros a trabajar a estas instituciones implica nuevas formas de trabajar: “Ellos vienen con una mirada sobre la solidaridad y la cooperación”. P.21 Nº10 2018 / P.P.

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