Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

destacada investigadora de las culturas pre- colombinas de los Andes americanos, pio- nera en la etnoarqueología, la etnobotánica y la etnozoología en nuestro país. Empezaste en Filosofía y al poco andar comenzaste a tomar tus primeros cursos de Arqueología en el mismo Pedagógico. ¿Cómo fue ese tránsito? -Sigo enamorada de la filosofía hasta hoy. Estuve en una escuela de extraordina- ria, además. Pero en primero o en segundo año empecé a sentirme tremendamente pe- dante. Éramos unos pesados los de Filoso- fía, encontrábamos que todo el mundo era leso, que todo el mundo no pensaba. Y yo dije, “no soy así y no puedo seguir pegada a la estratósfera con esto de estudiar cator- ce páginas de Hegel en un año. Me gusta, pero necesito algo más pegado a la tierra”. Y de Arqueología, que no era ni carrera en esa época, ¿cómo te enteraste? -Hice un viaje de estudios con mis compañeros de Filosofía en barco al sur, en tercera clase, como estudiantes de la Chile. Y salíamos a cubierta a tomar aire, a bolsear cigarros. Un día me topé con una señora que estaba ahí fumando, era una arqueó- loga muy famosa, la Annette Laming-Em- peraire. Entonces, conversamos y le conté que tenía estas dudas, ella me dijo que era arqueóloga y yo llegando aquí me matri- culé en esos cursos. Fue una coincidencia. Ahí dije yo, “esto me gusta”. Y pronto te agarró el golpe, entre hijos y carreras… - Cuando fue el golpe de Estado yo era ayudante y ya tenía mis dos guaguas. La Facultad de Filosofía y Letras era gigantes- ca, con todas las pedagogías; era un mundo donde había muchos cursos comunes, una transversalidad impresionante. Así pilló a la Universidad el ‘73, siendo muy transversal y tremendamente populosa. Y yo, que era ayudante, tuve que convertirme en pro- fesora. No me echaron, pero quedé años como profesora de la más baja categoría, porque por más que tuviera y tuviera cu- rriculum, no me subían. Era una cuestión política, pero como yo no era de partido, era como “abúrrete y ándate”. Yo no me aburrí, ni me fui. Luego vino el fin del Pedagógico para la Chile ¿Cómo fue ese proceso? -El ‘81 pusieron unas listas cuando fui- mos a cobrar el sueldo, que decían: “pro- fesores tales nombres en el Pedagógico”, “profesores tales nombres, en La Reina”. Así nos dividieron, yo me fui a La Reina. Después nos cambiaron a La Placa. En un momento tuvimos la ilusión algunos profesores de llevar a Humberto Giannini de candidato a decano, pero ahí se unie- ron otros académicos para vencerlo, y lo vencieron. Fue entonces cuando se creó la Facultad de Ciencias Sociales y nos queda- mos un grupo de profesores acá y otros se fueron a la Facultad de Filosofía y Huma- nidades. Después vino una época densa que fue la de Federici, pero seguimos ahí. Con mucho esfuerzo porque uno seguía aplastada de profesora asistente, lo mismo en que me había transformado el ‘73, te- niendo ene méritos, pero igual. Eso duró hasta que llegó el cambio de gobierno. Siempre el norte -Mis primeras experiencias en terreno fueron con el profesor Mario Orellana en el Río Salado, o sea, en el pueblo de Chiu Chiu y de repente a pasear a Toconce, a ver estas ruinas extrañísimas que había, que eran unas torrecitas de piedra- recuerda Victoria Castro de sus primeros viajes a la región de Antofagasta. En enero del ’73, junto a Carlos Urrejola y Carlos Thomas, ayudantes al igual que ella, decidieron irse a estudiar a Toconce en forma independiente. Luego vino el golpe. Carlos Urrejola fue detenido, llevado a Te- jas Verdes y debió partir al exilio. Entonces la arqueóloga se quedó con el proyecto que financiaba el Fondo de Investigación de la Universidad de Chile y que en adelante si- guió financiando sus investigaciones en la zona hasta el surgimiento de Fondecyt. Y te quedaste ahí en el norte… -Siempre. ¿Por qué crees que destacaste tanto en la disciplina? -La arqueología es una unidad, pero como todas, tiene una diversidad de co- rrientes teóricas, formas de hacer las cosas, etc. Tal vez por el hecho de haber estudia- do filosofía, de seguir mucho en muchos aspectos el pensamiento de la importancia Castro repite que este premio pertenece sobre todo a las mujeres arqueólogas. “¡Mis colegas son fuera de serie!”, asegura la académica, formadora de gran parte de los arqueólogos y arqueólogas chilenos, destacada investigadora de las culturas precolombinas de los Andes americanos, pionera en la etnoarqueología, la etnobotánica y la etnozoología en nuestro país. P.6 P.P. / Nº9 2018

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