Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile
“Si comprendemos el complejo proceso de integración de los afrochilenos durante los casi 300 años de la Colonia estamos en mejores condiciones para concebir claves para la aceptación e inclusión de los nuevos migrantes”. Esta negación nos deja mal preparados para valorar la llegada actual de migrantes afro. -¿Qué se ha perdido Chile al no reconocer su ne- gritud constitutiva? ¿Qué se fortalece al recono- cerla cultural y políticamente? La sociedad chilena que se formó hace casi 500 años incorporó a la población afro desde sus comienzos. Los archivos están repletos con docu- mentos que hablan de la presencia de africanos es- clavizados y libres desde las primeras incursiones europeas en Chile, cuando servían como auxilia- res de los militares españoles. Son innegables sus aportes en todos los ámbitos de la vida durante los siglos coloniales y desde entonces. Con sus voces y tambores animaban las actividades religiosas de la ciudad de Santiago; en sus talleres fabricaban los altares que adornaban varias iglesias; y se juntaban en agrupaciones para el bien material y espiritual de sus integrantes. Los negros libres se enrolaban en milicias que patrullaban las ciudades y muchas mujeres tanto esclavizadas como libres preparaban la comida y amamantaban a los niños en las caso- nas de la época. Excluirlos de la narrativa chilena sobre nuestro pasado es un acto de automutilación. Significa negar el ADN biológico, social y cultural del pueblo chileno. Rescatar estos aportes, traerlos a la palestra, sirve para guiar nuestros pasos ahora. Si comprendemos el complejo proceso de integra- ción de los afrochilenos durante los casi 300 años de la Colonia estamos en mejores condiciones para concebir claves para la aceptación e inclusión de los nuevos migrantes. A la vez, al recibir a estos hombres y mujeres desde otros lados de América Latina estamos llamados a replantear nuestra pro- pia historia y entender su conexión con la gran diáspora africana continental de la cual los migran- tes también descienden. -¿Qué recomendaciones puede hacer sobre la for- ma de conocer nuestra historia críticamente a ni- vel escolar, universitario, dando cuenta de los re- latos coloniales de esclavitud y emancipación que nos interpelan hoy? Falta, creo, ponerle cara a la historia de la migra- ción africana en Chile, tanto del pasado como del presente. El estudio y la enseñanza de la historia de- ben incentivar la comprensión y empatía con los que han sufrido la subyugación e injusticia. Por eso vale la pena estudiar las vidas de los y las que lograron seguir caminos y superar obstáculos hasta alcanzar la libertad. También es importante entender la decisión política de 1823 de emancipar a las personas escla- vizadas en todo el territorio. Estar sensibles a estos procesos nos permite comprender las posibilidades de los migrantes de hoy para superar las barreras ac- tuales de idioma, de inserción laboral y de un estado de desigualdad frente al Estado. -¿Cuál es tu reflexión sobre los aportes que esa gran diáspora africana continental ha dejado y si- gue dejando en América Latina y El Caribe? ¿Qué ejemplos puedes dar? En un lapso de unos 350 años, 11 millones de personas del continente africano fueron llevadas a la fuerza a América en un viaje horroroso de dos o tres meses para trabajar principalmente en las plan- taciones de monocultivos de consumo mundial, como el azúcar, el algodón y el tabaco. Como en el P.49 Dossier / Nº9 2018 / P.P.
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