Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

S egún el informe Coyuntura Económica en América Latina y El Caribe de la Cepal y la Organiza- ción Internacional del Trabajo, publicado en mayo del año pasado, Chile es el país latinoamericano donde más creció, proporcionalmente, la inmigración. Esto, debido principalmente a que los mi- grantes ven a Chile como un país con estabilidad económica donde tendrán posibilidades de acceder a un empleo. Sin embargo, a pesar de esa mirada positiva, casos emblemáticos por la inequidad que manifiestan, como el de la ciudadana haitiana Joane Florvil, quien fue acusada de un delito que no cometió a través de un procedimiento que no entendió y que falleció a causa de heridas que, aún no queda claro, fueron auto- inflingidas o provocadas por terceros, u otros lamentablemente cotidianos como el del haitiano Cedul Termesier, trabajador de Copec a quien un cliente le lanzó un completo en la cara porque “tenía poca pal- ta”, demuestran lo que siempre se ha sabido pero que hoy, con el aumento de la inmigración, se muestra con más fuerza: hay colores de piel que a una enorme parte de nuestra sociedad le parecen sospechosos. El reporte “Manifestaciones de discriminación racial en Chile: un estudio de percepciones” publicado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) en febrero de este año señala que el 68,2% de los encuestados manifestó estar de acuerdo con que se tomen medidas que limiten el ingreso de los migrantes a Chile, a la vez que un tercio se considera “más blanco que otras personas de países latinoamericanos” y casi un 25% en la regiónMetropolitana ve “más sucios” a los migrantes versus los chilenos. En su informe el INDH señala que “el hecho que el color de piel y los rasgos indígenas sean señalados como motivos de rechazo denota su uso como indicadores de exclusión social y, por tanto, como una manifestación sola- pada de racismo (…) los indicadores de las respuestas muestran que no más del 30% de los encuestados rechaza con claridad la idea de estigmatizarlos”. El reciente (y rechazado por las comunidades migrantes) anuncio del Gobierno, que busca aplicar una se- rie de cambios a corto plazo en la política migratoria, entre los que se encuentra una regulación al ingreso de haitianos, así como la polémica que levantó la difusión de las preguntas sobre color de piel y ojos a los extranjeros (cuestión de la que ya se ha hecho cargo la Cancillería) muestran que este problema está lejos de resolverse en nuestro país y que hacen falta miradas acorde a los tiempos que corren para resolverlo. De esto se hacen cargo los columnistas de este número. A través de una entrevista realizada por Ximena Póo, Celia Cussen habla de la innegable aporte de la población afro a lo largo de la historia chilena; Ma- ría Emilia Tijoux se refiere a la configuración de juegos de poder que posibilitan el racismo en nuestro país; Luis Eduardo Thayer aborda los desafíos de una política migratoria basada en la protección de los derechos humanos; Claudia Zapata sale de la coyuntura y se centra en la historia del racismo hacia los pueblos originarios en nuestra historia y José Miguel Labrín realiza un análisis sobre la función social de los medios en un escenario cruzado por el clasismo y una interpretación de la realidad marcada por los intereses de las élites. CHILE, PAÍS RACISTA P.45 Dossier / Nº9 2018 / P.P.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=