Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

A Griffero le ha tocado vivir una época en que se decidió que todo fuera transmitido a través de un rectángulo; sólo se necesita mirar para ver que estamos “en una sociedad rectangular”. La geometría hegemónica de la pantalla, la mesa, la oficina, el telón, la fotografía, el cuaderno, todo lo ejemplificaría. Al TNCH “volvió el público de manera continua y hubo que arreglar hasta los ca- marines para que estuvieran dignos. Nos dimos cuenta incluso de cómo estaba la sastrería del teatro, una casa antigua en ca- lle Fanor Velasco, donde se guarda un pa- trimonio magnífico de 60 años. Estaba, no obstante su valor en total abandono”, reco- noce y sigue: “Fue impresionante, porque abrías las puertas y había unos mil vestua- rios y tú sentías el cuerpo de los actores, el teatro de hace 60 años puesto en vestuario. Fui a hablar con el exministro de Cultura, Ernesto Ottone, y estaba también impac- tado con todo esto, porque revela lo que pasa en Chile, donde los archivos escénicos son inexistentes. No hay un lugar donde uno vaya a dejar la obra, afiches, videos, el registro de las obras. Entonces, si alguien quiere saber sobre la historia del teatro chi- leno no existe un Centro Nacional del Tea- tro. Entonces, el ministro hizo un aporte para la restauración de unos 300 vestuarios que hay que escoger, y para acondicionar el espacio que es hermoso, con un patio y sa- lones muy grandes. Hice un convenio con la carrera de Diseño de la Universidad para que ellos, que son los expertos, nombraran a los diseñadores y sus asistentes para que iniciaran este trabajo de restaurar y catalo- gar. Nuestra idea es que esos trajes restaura- dos se exhiban en exposiciones itinerantes y tengan un espacio especial en esa casa”. Aún deben botar toneladas de basura en Fanor Velasco, pero ahí está esta antigua sastrería para ser custodiada con sus me- sones, planchas, colgadores. Están los cajones llenos de botones detenidos en el tiempo, como secuestrados por el si- lencio que sólo Margarita Pino Ferrari, la última sastre (de casi 90 años) es capaz de sacudir para construir un archivo patri- monial, “porque tiene todo anotado en cuadernos, escrito con lápices a mina, y tiene memoria”. Dramaturgia y geometría Griffero y el equipo del TNCH (Claudio Martínez, Francisca Babul, Jorge Rodrí- guez, Rosa Medina, Guillermo Ganga y Silvio Meier) instalaron los estrenos populares porque, cuenta el director, “nos dimos cuenta de que mucha gente nunca había ido a un estreno y por eso ofrecemos cupos –se inscriben por In- ternet- para que la gente asista ese día”. Y así la gente no olvida y vuelve al tea- tro. “Creemos –asegura- que los jóvenes están viniendo cada vez más porque so- mos uno de los últimos artes análogos, como pasa con los conciertos masivos, y eso es lo que va a hacer resurgir el teatro. Aquí está “todo en vivo”, está el poder de compartir, de la emoción, del reconoci- miento mutuo, de la empatía. Entre más “La Facultad de Artes necesita una modernización general y en eso el proyecto de Vicuña Mackenna 39 –espacio que lo conecta con su recordada obra ‘Viva la República’ (1989)- será un gran paso”. tecnología, mejor, porque más necesidad de estar con lo real va a existir”. Griffero pareciera no cansarse de buscar. No es de esos que se conforman con que- darse en la lista de espera y quizás por eso su teoría sobre la “dramaturgia del espa- cio” ha abierto tantas puertas a quienes también buscaban un alfabeto escénico que permitiera autoría: “Los referentes se encuentran dentro de cada persona y no es necesario saber cuál es la última obra que se estrenó en Hong Kong o en Roma para poder existir. Así surge de un concepto sociológico, propio, en que la época en que estamos es la época de la rectangularización social”. A él le ha tocado vivir una época en que se decidió que todo fuera transmitido a través de un rectángulo; sólo se necesita mirar para ver que estamos “en una so- ciedad rectangular”. La geometría hege- mónica de la pantalla, la mesa, la oficina, el telón, la fotografía, el cuaderno, todo lo ejemplificaría. “En el arte tú estás des- contextualizando un rectángulo que ya existe y por eso lo puedo leer. Por eso, el estudio del teatro conlleva el estudio del espacio y de ese rectángulo. Y eso no tiene ni ideología ni forma. Desde ahí un creador puede abordar la creación desde su autonomía. Y cómo se narra dentro de este rectángulo es un ejercicio de po- der”. En la época previa el círculo era el que dominaba. “Ahora el círculo no desaparece: ahora el círculo está dentro del rectángulo y por eso aún la gente se vuelve nostálgica, atávica, le gusta la cosa circular. Rectángulo y círculo conviven en ese espacio de poder”, explica final- mente Ramón Griffero, ad portas de un estreno, de ensayar y de profundizar una gestión que se balancea en el precario equilibro de un país como Chile –en esa evidente encrucijada circular y rectangu- lar-, al que siempre le hace falta teatro. P.43 Nº9 2018 / P.P.

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