Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

sea, los viajeros, cronistas, la conquista española. Y fui combinando la etnografía con la etnohistoria y la arqueología. La base siempre será arqueológica, pero en la cons- trucción interpretativa uso todo. Al mismo tiempo trabajé con la botánica, que es muy buena, y tanto a los botánicos como a mí nos cambió la percepción de las plantas en un sentido o en otro. Empiezas a conside- rar el valor de aquello que no es humano. Después, de esa misma manera, conver- sando con la gente sobre las aves que les llaman mucho la atención, los animalitos, leyendo, empecé a hacer mi etnozoología, que es cómo describen y organizan en el paisaje los pueblos originarios, que no es igual que nosotros. La Chile y los estudiantes Victoria Castro acaba de salir de una re- unión en la Facultad de Ciencias Sociales junto a una veintena de arqueólogos. To- dos fueron sus alumnos. “Yo soy una más”, afirma. Se sienta con ellos, los escucha, levanta la mano cuando quiere decir algo. Los ha defendido siempre, sin importar de dónde vengan. Cuenta incluso que cuando dio clases en la Universidad SEK algunos colegas la criticaban. “’Pa´qué le presatai ropa a la SEK’, me decían. Pero los alum- nos son alumnos de arqueología igual. Ellos no son los que dirigen la universidad, tienen todo el derecho de tenerme, no ten- go problema”, lanza sin culpas. Y fueron tus mismos alumnos los que te llevaron al Colegio de Arqueólogos. Una instancia nueva, que sale un poco del orden y que fue algo resistida por los propios arqueólogos ¿Por qué te su- maste a ellos? -Me incorporé al Colegio casi por una reacción hacia ciertos colegas que decían que, “no, no hay que meterse ahí, todavía no están titulados y aceptan gente no titulada”. Me pareció todo un pretexto, de estar como “enseñorados”. Me pareció que entrar ayudaba a darle fuerza. El Colegio se moja las patitas, lo encuentro más democrático, más intere- sado en educar para afuera, en asociarse con otras instancias de interés para los arqueólogos como puede ser todo el tema de la memoria. Lo encuentro súper notable. Creo que nos hacía falta y que hoy es imprescindible. Eres Profesora Emérita de la U. de Chi- le, recibiste el Premio al Mérito Valentín Letelier, el Premio Amanda Labarca. ¿A qué crees que se debe tanto reconoci- miento de tu universidad? -No sé si será por mi vocación docen- te, por la resistencia; he sido una persona resiliente en la Universidad en el sentido de estar contra viento y marea. También porque defendí la Universidad, yo estuve con el propio Ennio Vivaldi pegando pe- gatinas que decían “Federici No”, arries- gando el pellejo en la calle en la época de la dictadura. Creo que tengo un recono- cimiento muy grande de mis pares, que fueron también mis alumnos. Hiciste tu vida en la Universidad y ya van más de 40 años aquí. -Me gusta lo que hago, mucho. Ahora que estoy tan fregada de salud, lo pienso. No me siento débil mentalmente, pero el cuerpo está reclamando mucho. Los días que no tengo clases en la tarde me gusta llegar a mi casa y descansar o jugar con los perros. Mis ojos para llegar a leer un libro en la noche están súper cansa- dos. Entonces leo mucho más lento, me quiero acostar temprano. Estoy cansada, pero hay una resistencia en mí misma. Es una cosa bien contradictoria. Puede que llegue un momento, que tal vez no está muy lejano, en que decida irme, pero no sé. Todavía no pasa. “El Colegio de Arqueólogos se moja las patitas, lo encuentro más democrático, más interesado en educar para afuera, en asociarse con otras instancias de interés para los arqueólogos como puede ser todo el tema de la memoria. Lo encuentro súper notable. Creo que nos hacía falta y que hoy es imprescindible”. “He sido una persona resiliente en la Universidad en el sentido de estar contra viento y marea”. P.8 P.P. / Nº9 2018

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