Palabra Pública - N°8 2017 - Universidad de Chile

dicación, que cayó de un 60% a un 30% durante la última década. Se trata de los mismos fondos, pero hay más doctores. Un esquivo mundo privado Sólo una de cada diez empresas en Chile declara realizar I+D, de acuerdo a datos del ministerio de Economía. Esto se re- fleja en la empleabilidad de doctores: se- gún un informe de 2015, sólo un 3,8% de ellos está trabajando en el sector em- presarial privado y un 6,1% en institu- ciones privadas sin fines de lucro. La información y las comunicaciones son el sector que realiza más I+D, se- gún la última Encuesta de Investigación y Desarrollo en las Empresas Chilenas del mismo ministerio, con casi un 37% del total de la actividad. Lo siguen los suministros de electricidad, gas y agua; las actividades financieras y luego las ac- tividades profesionales, científicas y téc- nicas. Otros sectores importantes para la economía de Chile, como la agricultura, por ejemplo, realizan sólo el 6,7% de la inversión en I+D del país. ¿Por qué nuestro sector productivo no está absorbiendo el capital humano avanzado? Requerido por Palabra Públi- ca sobre estos temas, Conicyt se limitó a apuntar que han introducido en las bases concursales de algunas convocatorias el requisito de contar con investigadores con grado académico de doctor. Desde los investigadores, por otra parte, hay un diagnóstico claro: a los empresa- rios no les interesa apostar por un cono- cimiento que requiere inversión y que demorará años en dar frutos. Para Orma- zábal la explicación tiene que ver con la matriz productiva chilena y el modelo de negocios de corte extractivista instalado en el país. “Si bien el modelo económico chileno es bien limitado, el empresariado chileno también es muy conservador. No está dispuesto a hacer grandes apuestas, a invertir con riesgo de no tener ganancias de vuelta rápidamente. Pero también está el tema estructural, Chile no tiene las ca- pacidades de poder insertar doctores en esos espacios porque no tenemos dónde, funcionamos de otra manera”, señala. Paga lo que debes Un becario de doctorado que estudió en el extranjero debe volver al país y traba- jar aquí el doble del tiempo que pasó afuera para retribuir lo que se inviertió en su educación, lo que generalmente se hace en ocho años. Si el becario se va a regiones, la cantidad de tiempo baja a la mitad. De lo contrario, deberá pagarle al Estado el dinero que se destinó a sus es- tudios y manutención. Para muchos esta forma de retribución coarta la carrera de los investigadores. La mayoría logra establecer redes afuera e in- cluso encuentra puestos para investigar, pero deben dejarlos para volver al país. Cuando retornan, muchos se encuentran con que carecen de las redes necesarias dentro del sistema chileno producto de su tiempo fuera, lo que les hace aún más difícil encontrar empleo. Es por esto que modificar esta cláusula de las bases podría ser una forma de paliar el problema del desempleo y fomentaría las redes interna- cionales, opinan Babul y Ormazábal. Claudio Parra opina que quedarse fuera es la mejor retribución que un becario pue- de hacerle al país. “Cuando uno vuelve y postula a algún proyecto o fondo, en la mayoría de ellos te piden un partner inter- nacional. Una persona que hizo el docto- rado en Chile se ve limitado en este aspec- to, a menos que haya hecho una estadía en el extranjero. En este sentido, ayudaría mucho contar con chilenos en otras partes para ayudar a quienes están en el país.” Otro tema que también ha logrado con- senso es la necesidad de focalizar parte de las becas que se otorgan en sectores estratégicos para el desarrollo, los que podrían asegurar plazas de empleo. En la Asociación Nacional de Investiga- dores de Postgrado creen que esta idea podría ser una solución, pero que debe ir en coordinación con un esfuerzo más grande. “Si vamos a formar investigado- res, preocupémonos no sólo de su forma- ción, que puede ser en áreas estratégicas, sino que también preocupémonos de tener la capacidad e infraestructura para que cuando ellos vuelvan puedan inser- tarse”, enfatiza Ormazábal. Claudio Parra es de la misma opinión. Cree, además, que instancias como los centros de investigación son oportuni- dades que deben ampliarse si se desea cambiar el rumbo de Becas Chile. “Al programa hay que echarle una revisada, pero se está haciendo. Vamos en buen camino, pero los primeros, como fue mi caso, pagamos el noviciado.” La cifra de desempleo de los doctores según la ANIP dobla al promedio nacional de desempleo, pero tiene un factor que la hace aún más compleja: el Estado invierte casi 20 millones anuales por cada becario de doctorado en el extranjero, y un poco más de 10 millones en el caso de los que estudian en Chile. P.28 P.P. / Nº8 2018

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