Palabra Pública - N°7 2017 - Universidad de Chile

científicos y educadores ni a nuestros técnicos. Sa- bemos que posibilitar el acceso masivo de nuestra población a una educación de calidad, de prefe- rencia estatal, es una forma demostrada de dismi- nuir la desigualdad cultural, social y económica de nuestros habitantes, y permite, además, potenciar el desarrollo de futuros talentos científicos. Si no cambiamos esta perspectiva, será difícil que con- temos con los profesores que se necesitan para formar a nuestros futuros investigadores, y con las personas con formación de calidad que se requie- ren para brindar apoyo técnico efectivo a la cadena de generación de conocimiento. Falta de apoyo económico e institucional a la actividad científica creativa . Existe consenso en torno a que un fuerte apoyo a la ciencia caracteri- za a todos los países desarrollados, sin excepción alguna, y cuando hablo de ciencia incluyo a todas las disciplinas que generan nuevo conocimiento. Nuestro país, que cuenta con una sólida tradición en investigación científica centrada en su gran ma- yoría en algunas de sus universidades, ha mostrado un avance notable en los últimos 30 años pese al exiguo apoyo financiero público y privado y al es- caso número de investigadores nacionales. La cali- dad y el impacto internacional de las publicaciones chilenas, que destaca respecto a la de otros países de América Latina, motivó que nuestro país fuera mencionado por Nature Index , Rising Stars 2016 como uno de los 10 países del mundo, y el único de las Américas, que pese a su pobre inversión en ciencia, tecnología e innovación presenta un nota- ble avance en el desarrollo de su ciencia, principal- mente en astronomía y en menor grado también en ciencias biológicas. No obstante, hoy el desarrollo científico y tecno- lógico de Chile enfrenta una aguda crisis, origi- nada por una nociva política científica nacional, economicista y carente de visión, y que además ha sido ineficaz en impulsar el desarrollo de la cien- cia y en lograr que los conocimientos generados por nuestros científicos impacten y contribuyan al desarrollo del país. Esta ideología, que ha pri- vilegiado la ciencia por propósito en desmedro de la ciencia básica, omite los importantes efectos benéficos que esta última aporta a la sociedad en términos de educación, cultura e innovación. No apreciar el aporte de la ciencia básica al desarrollo del país es nefasto, pues nos debilita como país creador y nos lleva a la pérdida de talentos y de posibles aplicaciones del conocimiento generado, lo que restringe el avance hacia el anhelado desa- rrollo integral de Chile. La inversión que hace actualmente Chile en cien- cia, tecnología e innovación, que representa cerca del 0,38% del Producto Interno Bruto (PIB), está muy por debajo de la inversión que presentan los países de la OCDE, que en promedio es superior al 2%, e incluso es menor que la inversión que realizan otros países de América Latina, como Argentina, Brasil y México. Más aun, hasta hoy la institucionalidad científica chilena presenta un alto grado de fragmentación, lo que resulta en una gran dispersión de los programas públicos de inversión destinados a investigación y desarrollo. Por lo tanto, urge generar una nueva institucio- nalidad que represente a los científicos frente a quienes toman las decisiones sobre el desarrollo de la ciencia en el país. La Presidenta de la Repú- blica, Sra. Michelle Bachelet, anunció la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología en ene- ro de 2016. La comunidad científica espera que la creación de este ministerio, que incorpora tam- bién innovación basada en conocimiento científi- co, contribuya a resolver los problemas urgentes que he mencionado en este artículo; no obstante, existen también temores de que este ministerio P.57 Dossier / Nº7 2017 / P.P.

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