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para sobrevivir. El volumen de bienes y ser-

vicios disponibles para las personas jubiladas

depende no sólo del número de trabajadores activos,

sino también de la productividad laboral. Al preocuparse

de estos dos elementos, cada Estado podría ser capaz de asegu-

rar pensiones en el marco de un sistema de reparto.

Todos los sistemas basados en un mercado financiero de in-

versiones (o especulación) sólo crean la ilusión de una pen-

sión, la cual puede ser fácilmente arruinada por numerosas

crisis financieras, inflación y altas comisiones descontadas

por instituciones financieras y por sus frecuentes activida-

des fraudulentas. La experiencia polaca indica que el siste-

ma de pensiones basado en la capitalización individual y los

fondos de pensiones obligatorios, creados en 1999, resultan

ser una catástrofe para las finanzas públicas y los jubilados.

Es por esto que dicho sistema ha sido casi completamente

desmantelado y se planea que lo que queda de él deje de

existir el próximo año.

Al tratar de explicar por qué las AFP causan un enorme des-

contento en la sociedad chilena, lo primero que uno debería

indicar es que el actual sistema es injusto con sus afiliados

porque no es capaz de proveer a la mayoría las pensiones

necesarias para sobrevivir durante la tercera edad. Una gran

parte de la población viviría en un estado de extrema pobreza

si en 2008 no se hubiera establecido un sistema de subsidio

otorgado por el Estado, que incluye el que se entrega a las

pensiones pagadas por las AFP.

A pesar de este gran aporte público, el nivel general de las

pensiones es muy bajo. Sólo una pequeña parte de las con-

tribuciones entregadas al sistema se usa para financiar las

actuales pensiones, mientras que el resto permanece en el

mercado en manos de instituciones financieras y grandes

grupos corporativos.

Además, hay que destacar que desde el inicio el sistema de

AFP ha generado un enorme costo para las finanzas públicas,

equivalente al 5% del PIB anual. Si este sistema no se des-

mantela, este costo (llamado “costo transicional”), aunque

irá disminuyendo, se mantendrá hasta el 2050. Chile tiene

un déficit presupuestario, por tanto, no hay un excedente

que pueda ser invertido en el mercado financiero para futuras

pensiones. Al final, esto significa que el sistema de AFP se

mantiene gracias a una deuda estatal que sigue aumentando.

El objetivo específico de la reforma presentada en la Propues-

ta Global C es aumentar sustancialmente las actuales pensio-

nes y reducir la edad de jubilación efectiva, especialmente en

el caso de las mujeres. Asimismo, busca terminar con los sub-

sidios fiscales directos e indirectos, de modo de contribuir a

las pensiones y reducir la proporción de las no contributivas,

así como aumentar las más bajas. Con ella, todos los valores

acumulados hasta ahora en las cuentas individuales de los

afiliados a una AFP serían transferidos

en su totalidad a un fondo especial (por

ejemplo, Fondo de Reserva Demográfica),

manejado por una institución estatal. Esta reserva

financiera se usaría para pagar las actuales pensiones cuan-

do las contribuciones sean insuficientes.

La reciente propuesta de la Presidenta Michelle Bachelet,

realizada el 10 de agosto, no contiene ningún cambio consi-

derable al actual modelo de pensiones en Chile y sólo con-

tribuiría a mantener el sistema de AFP. La propuesta implica

una gran carga financiera para el Estado y sus empleadores,

incluyendo los pequeños negocios que deberán contratar a la

mayoría de la población trabajadora. Los empleadores debe-

rán pagar un 5% extra de contribución, lo que será una carga

adicional para la sociedad chilena.

Además, durante las próximas décadas las AFP seguirán des-

contando un 12,5% de los salarios de los trabajadores. De este

modo, el actual excedente de las contribuciones sobre los bene-

ficios pagados por las AFP y las compañías de seguros continúa

creciendo. Éste no se devolverá a las finanzas públicas ni a los

chilenos si no se desmantela el sistema de AFP. El sistema con-

tinuará funcionando como una fuente de enormes ganancias

para las instituciones financieras y para quienes están vincula-

dos a la administración de los fondos de pensiones.

La creación de una AFP estatal no eliminará la principal de-

bilidad del actual sistema, porque las contribuciones mone-

tarias continuarán circulando hacia los mercados financieros

en vez de ser usadas para pagar actuales pensiones. Aunque la

AFP estatal sea administrada a costo cero, esto no permitiría

aumentar las pensiones de manera significativa. Durante las

próximas décadas los montos seguirán siendo muy bajos y

requerirán de un subsidio estatal. El sistema de pensiones, a

través del Estado y las AFP privadas, continuará transfiriendo

un volumen del salario e impuestos en constante crecimien-

to al sector financiero, tanto chileno como extranjero, y a

grandes grupos corporativos. De mantenerse, el sistema in-

dividual de capitalización sólo será capaz de entregar pensio-

nes que alcanzan un tercio del nivel posible bajo un modelo

público de reparto, que es el único que puede asegurarle al

pueblo chileno la seguridad que espera y le gustaría tener.

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Nº2 2016 / P.P.