Planificacion y evaluacion para los aprendizajes en educación infantil desde un enfoque de derechos

23 El gran hito en materia de enfoque de derechos en la niñez y adolescencia es la Convención de los Derechos del Niño. Esta Convención, señala en su artículo 2º que: 1. Los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales. Agregando en su párrafo segundo: 2. Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares. La Convención exige que los niños sean respetados como personas por derecho propio, con sus propias inquietudes, intereses y puntos de vistas. Para el cumplimiento de este fin, es necesario establecer un marco de leyes, políticas y programas dirigidos especialmente a la primera infancia, (entendida desde el nacimiento hasta los ocho años por esta Convención) con el diseño de un plan de aplicación y supervisión independiente (Superintendencia de Educación 2018). Desde la Conferencia Mundial de Educación en Jomtiem (Tailandia) en el año 1990, se afirmó que: “El aprendizaje comienza con el nacimiento. Ello exige el cuidado temprano y la educación inicial de la infancia, lo que puede conseguirse mediante medidas destinadas a la familia, la comunidad o las instituciones, según convenga” (Haggis y Sheila 1992). Así también, en el artículo referido a la Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje, se señala que cada persona -niño, joven o adulto- deberá estar en condiciones de aprovechar las oportunidades educativas ofrecidas para satisfacer sus necesidades básicas de aprendizaje, las que incluyen conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes. De esta manera se puede apreciar la relevancia de ofrecer oportunidades de aprendizaje variadas, pertinentes e integrales.

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