Planificacion y evaluacion para los aprendizajes en educación infantil desde un enfoque de derechos

156 ejemplo, algunos establecimientos educativos seleccionan a los estudiantes (Palacios y Paniegua 2005). Hoy está “de moda” hacer coaching, donde preparan a los niños y niñas para dar estos exámenes y lamentablemente muchos familiares de cierta elite contratan estos servicios, donde por una parte estresan a sus hijos y a ellos mismos y, por otra, respaldan las desigualdades sociales. También están las otras realidades, especialmente en el sistema público, donde se ve reflejada la sociedad y la multiculturalidad existente con grupos de niños y niñas de Venezuela, Colombia, Perú, Haití y otros países (en el caso de Chile). Sin embargo, nos preguntamos, ¿sabemos educar en la diversidad y para favorecer la diversidad? Esto no es lo mismo que realizar adaptaciones curriculares para “niños(as) especiales”, sino propiciar un currículo flexible y por ende una planificación y evaluación que respondan a ello. Como dice Zabalza: “A la escuela de la infancia acceden niños-ambiente, niños de carne y hueso, por tanto diversos y no idénticos. Las experiencias/actividades sugeridas, deben partir de las necesidades de los niños y niñas, prestando especial atención a aquellas motivaciones infantiles hoy más depauperadas y marginadas en la familia y en el contexto social, la comunicación, la socialización, el movimiento, la exploración, la autonomía, la fantasía, la aventura, la construcción” (2008: 76). Tomando las palabras de Rosa Blanco: “La diversidad es una realidad compleja que no se reduce a ciertos grupos de la sociedad. Además de la diferencia entre grupos (nivel socioeconómico, culturas, género, etc.), existen diferencias individuales dentro de cada grupo (capacidades, intereses, motivaciones, concepciones del mundo) y al interior de cada individuo (las personas van adquiriendo múltiples identidades a lo largo de vida por la convivencia de nuevas generaciones)” (2009: 91). En tal sentido, los(as) educadores(as) deben de investigar, estudiar, diagnosticar y desarrollar, así como evaluar en función de la riqueza que ofrece la diversidad cada año escolar, y no replicar experiencias por muy buenas que hayan resultado. Por tanto, planificar la enseñanza para responder a la diversidad supone seleccionar y organizar las situaciones educativas, de manera que sea posible individualizar las experiencias de aprendizaje comunes para lograr el mayor grado posible de participación y aprendizaje de todos los alumnos (Blanco 2000). Contrariamente a ello, un currículo estandarizado no incluye la diversidad.

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