Planificacion y evaluacion para los aprendizajes en educación infantil desde un enfoque de derechos
115 2.8.6. Experiencias que favorezcan las emociones Si los bebés ven que la persona que lo cuida se aleja o le da la espalda cuando llora, entonces el bebé concluye: “ah, así es como funcionan las interacciones humanas”. Existe una interacción constante entre el tipo de información emocional y social que obtienen y su capacidad cognoscitiva y de aprendizaje que les permite descubrir lo qué está ocurriendo. Alison Gopnik El ser humano es un ser emocional. Diversas investigaciones (Maturana 1992, Gardner 1993, Shapiro 1997, Goleman 1996) han señalado cómo “el desarrollo emocional es esencial para entender nuestras relaciones, el pensamiento, la imaginación, la creatividad e incluso la salud de nuestro cuerpo” (Ibarra 2011: 45). Maturana (2001) define a las emociones como disposiciones corporales dinámicas que están en la base de las acciones y, además, toda acción humana se funda en una emoción. Los niños y niñas están en pleno proceso de desarrollo, de maduración y aprendizaje, en diversos aspectos, y las emociones también forman parte de este proceso. Cuando los niños y niñas se incorporan a un centro de educación infantil, llegan con un cuerpo y una motricidad, con una inteligencia y una capacidad de comunicación. Exactamente lo mismo ocurre con las emociones y las relaciones. Por tanto, los educadores, así como diagnostican, desarrollan experiencias de aprendizaje y evalúan muchas áreas del conocimiento o tipos de aprendizaje, no puede inhibirse respeto al aprendizaje y desarrollo de las emociones. Desde que nacemos estamos en un ambiente lleno de emociones, lamentablemente no siempre son positivas (tristeza, angustia, miedo, ansiedad) y ello va impactando en el desarrollo de las personas (Dobrin y Kallay 2013, Lau y Wu 2012). Los bebés son muy dependientes de los adultos desde el nacimiento de una manera tal que no se ve. Probablemente está relacionado con el hecho de que los humanos podemos pensar en una forma en que la mayoría de las especies no pueden hacerlo (Gopnik 2016). Al comienzo, las emociones empiezan a sentirse, desarrollarse y manifestarse, algunas ligadas a raíces fisiológicas relacionadas con estados de bienestar y malestar, las que se socializan y se expresan. Otras se desarrollan como producto de la interacción con otras personas. Desde los primeros meses, los bebés imitan
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