La industria cinematografica chilena : desafios y realidades

de impuestos, da incentivos cuando el capital quiere instalarse y fabricar determinado producto, etc. Si se aplica la cuota de pantalla en este país, pueden Uds. creer que al año siguiente, Uds. tendrán por lo menos 5 películas de largometraje disputando esa cuota de pantalla. Y es intere­ sante observar que los exhibidores no están en Brasil, ni desde el primer momento, obligados a exhibir una determinada película, porque para cada película que la exhibición estaba obligada a presentar, se hacían 5. Entonces, este cine presentaba una, el cine que estaba al otro lado de la calle presentaba otra; no hubo una competencia de este cine con aquel cine con la misma pe­ lícula. La propia actividad fue acomodándose a estas posibilidades que le ofreció el mercado con el apoyo del gobierno. Yo veo, por ejemplo, que aquí en Chile, por suerte la TV no es privada, porque si Uds tienen la mala suerte de tener una Red Globo aquí ya tendrán un problema bastante más gra­ ve; pero no sé si por ejemplo en los canales existentes aquí no se hace producción para cine, asociados a Uds. la TV podrá con solamente algunos adelantos, provocar una explosión del cine en Chile. “ EN TORNO AL QUEHACER Y EL QUE HACER CINEMATOGRAFICO” DOUGLAS HUBNER: Presidente de Ja Asociación de Profesionales y Técnicos Audiovisuales. No son estas líneas un estudio acabado ni menos un planteamiento teórico definido frente al te­ ma “ Del proyecto de autor al proyecto industrial: géneros y lenguajes para un cine de distribu­ ción nacional con proyecciones internacionales” que me ha correspondido desarrollar en este Primer Encuentro de la Industria Cinematográfica Chilena. Sin embargo, notas previas, apuntes para la discusión, anhelos individuales y muchas veces también compartidos frente a la realidad del cine de hoy en el Chile de hoy y. es necesario reiterarlo, bajo un marco autoritario que afec­ ta al conjunto del pueblo y obviamente también a cada una de las ramas de nuestra industria cinematográfica. Define bien Arnold Hauser cuando titula “ Bajo el signo del cine’’ el último capítulo de su “ Historia Social de la Literatura y el Arte” . No existen dudas de que vivimos la era de la imagen. Sin embargo, hoy más que en las décadas precedentes, vivimos la era de las imágenes en continuo movimiento. Imágenes que se transmiten a distancia, imágenes que viajan a la veloci­ dad de la luz, imágenes que “ individualizan” por una parte, pero que “ alienan” por la otra. Como ruptura y alternativa nuestra a la sociedad masificada y consumista del presente, se trata hoy en Chile y América L.atina de democratizar la imagen. Se trata de intentar una efectiva democratización de las imágenes en todas las dimensiones del concepto. Ln tanto cineastas, el problema no radica en limitar nuestras obras al horizonte actual de nuestros públicos sino en ampliar sustantivamente tanto como sea posible—el horizonte de ese público masivo. Educar para el cine es ampliar el cine, es arrebatarlo a las pequeñas mino­ rías para incorporarlo al devenir de todo un pueblo. frente al esquema simplista que nuestra industria ha planteado casi siempre y que consis­ te en “ temas anodinos para solaz de un público promedio” resulta acertada la opinión de Ni- cholas Ray: “No existe una fórmula para el éxito. Pero sí existe para el fracaso y no es otra que la pretensión de contentar a todo el mundo” . Como resultado de la aplicación del modelo político, económico y cultural de la dictadura, en estos últimos años en nuestro país (excluyendo el cine del exilio) cada acción fílmica, cada película, ha sido un proyecto marcadamente individual. Pero ha sido individual principalmente como contraposición a lo colectivo, al análisis de nuestra realidad, al asumirla historia de todos en el aquí y el ahora. Es en ese sentido que debemos diferenciar este "cine individual” o este

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=