La industria cinematografica chilena : desafios y realidades
guista les impide a ellos sacar un texto mínimamente creíble. Entonces, ellos han aportado en ese sentido, pero no hemos podido apartarnos del texto, porque hemos rodado en relación muy baja, (de 2 y medio a uno aproximadamente) y en un lapso de tiempo muy corto, (20 días). La película terminada va a durar entre una hora y media y una hora 45 aproximadamente. Creo que hay algo, un elemento quizás constitutivo de todos los proyectos, y es la decisión que se toma, la locura de que hablaba Alejo Alvarez, de la que tiene que estar imbuido uno para poder lanzarse en un proyecto así. Como también la locura para poder difundir esta locura a otros, arrastrarlos en este proyecto; eso es lo fascinante. Creo que ha sido e'ste el medio, o la ma nera, en que el cine chileno en estos últimos años se ha podido realizar; y creo que los modos de producción no van a cambiar sustancialmente, a pesar que es indudable que hay que luchar por una ley de cine. Como decía Silvio y Alberto, no puede ser una ley que esté manejada por el Es tado, que el Estado decida o imponga las condiciones, porque somos nosotros quienes trabaja mos en cine. Pienso, para terminar, que la tarea del creador, en este caso la de los cineastas, es una tarea de desmitificación, una tarea de crítica, y finalmente es una tarea ética, y eso no significa que tengamos que hacer un cine político, que por lo demás me parece muchas veces del peor confor mismo. Pienso que por ahí está el camino más rico para encarar el problema del cine chileno. SINTESIS DEL DEBATE I. Existe consenso de la importancia de sacar una ley de cine. Esta tendría que contemplarlos siguientes aspectos: Tendría que incluir todas las partes de la industria, ser favorable tanto para los produc tores como para los distribuidores y exhibidores. Tendría que defender la producción cinematográfica nacional en la pantalla. Se considera interesante la fórmula Colombiana, cuya cuota de pantalla no sólo cubre la producción de ese país, sino también la latinoamericana. Ello en el contexto de que la aspiración última de nuestra industria nacional sería copar el 10% del mercado local de exhibiciones. Si en Chile se exhiben 300 películas anuales, 30 tendrían que ser chilenas, y evcntualmente iberoamericanas si se con sideran legalmente, para los efectos de cuota de pantalla, como nacionales a las películas de ese origen. La cuota de pantalla debiera incluir también a la TV como ocurre en Alemania y otros países que apoyan su cine. Se habla de una ley que aporte infraestructura técnica y económica, pero que no esté ba jo tuición etatal que se preste a discriminaciones en su aplicación. El fondo de recursos para el cine chileno podría provenir de impuestos a las entradas del cine extranjero y que no afecte al exhibidor. Así, el cine extranjero “pagaría” al cine nacional. 2. En términos de la profesionalidad y estructuración del sistema de producción, se plan tean dos reflexiones. Una discusión acerca de la propuesta de “cine pobre” realizada por L.C. Sánchez. Se le argumenta que es esencial establecer una base industrial para que la realización cinematográfica tenga su lógica y su posibilidad de sustento: en escuelas de formación, en capacidad económica, en acceso a la pantalla Así, dejaría de ser una “ tarea de locos” . Replica Sánchez que se ha referido a las condiciones reales en que es posible hacer cine en Chile bajo las actuales circunstancias. Por eso, el planteamiento del “ cine pobre” es en términos estratégicos: para poder hacer cine, sobrevivir como cineastas. En todo caso, de poder desarro-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=