Antología de Andrés Bello
501, que forma un suave contraste con la relaci6n de combates, muertes y horrores que precede: Alma eterna del mundo, dios santo del Peru, padre del inca, en tu giro fecund0 g6zate sin cesar, luz bienhechora, viendo ya libre el pueblo que te adora. La tiniebla de sangre y servidumbre que ofuscaba la lumbre de tu radiante faz pura y serena, se disip6; y en cantos se convierte la querella de muerte y el ruido antiguo de servil cadena. Aqui la Libertad busc6 un asilo, amable, peregrina, y ya lo encuentra pljcido y tranquilo. Y aqui poner la diosa quiere su templo y ara milagrosa. Aqui, olvidada de su cara Helvecia, se viene a consolar de la ruina de 10s altares que le alz6 la Grecia, y en todos sus or5culos proclama que a1 Madden y a1 Rimac bulliciosol ya sobre el Tiber y el Eurotas ama. Oh Padre, oh da ro sol, no desampares este suelo jam& ni estos altares. Tu vivifico ardor todos 10s seres anima y reproduce; por ti viven y accion, salud, placer, beldad reciben. Tu a1 labrador despiertas, y a las aves canoras en tus primeras horas; y son tuyos sus cantos matinales. Por ti siente el guerrero en amor patrio enardecida el alma, Y a1 pie de tu ara rinde placentero su laurel y su palma; y tuyos son sus c5nticos marciales. Fecunda, oh sol, tu tierra; y 10s males repara de la guerra. Da a nuestros campos frutos abundosos, 1 El rio Magdalena corre al mar por las cercanias de BogotB, como el Burotas por las cercanias de Espctrta. El Rimac atraviesa a Lima como el Tiber a Roma. 7.--A. Bello 97
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