Antología de Andrés Bello

venla antiquitati ut mfscendo humana divinis primordia urbium a y p ~ t i ~ n - a P ck& Asi es que e1 episodio postizo del mago Fiton es una de !as cosas que se leen con menos placer en la Arau- cana. Sentado, pues, que la materia de este poema debia tra- tarce de manera que, en todo lo sustancial, y especialmente en lo relativo a Ins hechos de 10s espafioles, no se alejase de la verdad hist6rica, ihizo Ercilla tan mal en eleyirla? Ella sin du- da no admitia las hermosas tramoyas de la Jemsalkn o del Bernardo. Per0 jes &e el unico recurso del arte para cautivar la a t enc i h? La pintura de costumbres y caractercs vivientes, copirdos a1 natural n3 con la severidad de la historia, sin0 con gquel colorido y aquellas meiiudas ficciones que son de la esen- cia de toda narrativa grhfica, y en que Ercilla podia mug bien dar suelta a ELI imaginacion, sin sublevar contra si la de sus lectores y sin desviarse de la fidelidad del historiador mucho m5s ace Tito Livio en 10s anales de 10s primeros siglos de Ro- ma; uca pintura hecha de este modo, decimos, era susceptible de aiavios y gracias qve no desdijesen del carhcter de la anti- gua epopeya, y conviniesen mejor a la era filns6iica que iba a rayar en Europa. Kuestro siglo no reconoce ya la autoridad de aquellas leyes convencionaks con que se ha querido obligar a1 ingenio a caminar perpetuamente por 10s ferrocarriles de la poe- sia griega y latina. Los vanos esfuerzos que se hail hecho des- puCs de Ics dias del Tasso para componer epopeyas interesan- tes, racindas en el molde de Homero y de las reglas aristotk- licas, han dado a conocer que era ya tiempo de seguir otro rumbo. Ercilla tuvo la primera inspiracion de esta especie; y si en algo se le puede culpar, PS en no haber sido constantemente fie1 a ella. Para juzgarle se debe tambikn tener presente que su pro- tagmista es CaupolicBn, y que las concepciones en que se ex- playa mhs a su sabor, son las del heroism0 araucano. Ercilla no se propuso, como Virgilio, halagar el orgullo nacional de sus cempatriotas. El sentimiento dominante de la Araucana es de una especie mAs noble: el amor a la humanidad, el culto de la justicia, una admiracidn generosa al patriotism0 y denuedo de 10s vencidos. Sin escesear las alabanzas a la intrepidez y cons- tancia de 10s espaiioles, censura su codicia y crueldad. ?Era mas digno del poeta lisonjear a su patria, que darle una lecci6n de moral? La Araucana tiene, entre todos 10s poemas Cpicos, la particularidad de ser en ella actor el poeta; per0 un actor que no hace alarde de si mismo, y que, revelandonos, como sin de- signio, lo que pasa en su alma en medio de 10s hechos de que es testigo, nos pone a la vista, junto con el pundonor militar y caballeresco de su nacicin, sentimientos rectos y puros que no eran ni de la milicia, ni de la Espafia, ni de su siglo. 91

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