Antología de Andrés Bello

de un pueblo es como el astrononio que traza las leyendas secu- iares a que se sujetan en sus movintientos las rrandes masas, el que nos da la xida de una ciudad, de un hombre, es como ei fisiologista o el fisico, que en un cuerpo dado COS hace ver el mecanismo de las agencias materiala qze deteiminan sus forrnas y movimientos, y le estampnn ia fisonornia, 12s actitu- des q:ie lo distinguen. XG p e d e j u z p ver !a coloca.ci6n, la corrcspondcncia no es &sa ia scia., ni tal v u ia rnris sut torla: la vida d2 z i i Eoiivar, c'e un Sncre, es :in Grama e n quc 'el coraz6n huma- .a que la concentration y la ind d daii un inter& ontrayhdonos a la revolucih chilena, y ai peligro de las juegari todas las pasiunes, to(i3s ios r parcialidades personalas, hay en ella ;i:uititud p e d e evitarse estc escoiio; pcrque no niiraix tornarse en consideracidn el de herir Agun de reauciie a sus juctos Jirnites algtica p ~ e : sucesos, cone !a ocupaci6tn de Rancagua, por ejernplo, con sus escei-ias ae encariiizamiento y de z.trocidad, que !a historia no debe oliridar; como la bataila de Cilacabuco, con sus anteceden- tes tan curiosos, tail pintorescos, p coz su en la suerte cie 10s vencedores y de 10s venc nada de M-aipo, con su ansiosa expectativa, y su regocijado triunfo; y como tanios otros, a que s610 la ge- neracion contemporLinea puede dar la vix7acidac!, el irescor, el movimiento dramaiico, sin !os cuales 10s trabajos h.is ;oricos n3 son mas que geiieralizaciones abstracias o apunres descoioridos. La historia que enibelesa es la historia de !os conterlipor6neos, y mas que totias la que ha sicio escrita For lcs actores mismos de 10s hechos que en ella se narran; y aespuCs tie todo, elia es (con las rebajas que una critica scvera prescribe, tomando en cuenta las afecciones del historiador) la mhs autent digna de fe. jFuede corn?,ararse a Piurarco con TL! Soiis con 3ernal Ciaz de! CastIlio? Jenofcnte, en SLI relacion de ia Retlrada de 10s Diez Mil, jno rcune el inter& de ia novela a1 merito cle la histoi.la? Ni son las rnemorias contemporaneas o autografas tan estkriles de proveci:osa ensefianza., como pare- ce pensar el sefior Lastarria. i No han sido 10s Comentarios de CCsar el li'uro favorlto de 10s grandes capitanes? Si ias memo- rias contemporaneas provocan reclamaciones, tantc niejor. La posteridad podra sacar de la oposicion de testimonios la verdad, y reducirlo todo a su justo valor. Si no se escribe la historia For 10s contemporaneos, sera necesario que las generaciones ve- nideras sobre tradiciones orales adulteradas (porque nada se desfigura y vicia tan pronto como la tradici6n oral), sobre ar. 79

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