Antología de Andrés Bello
en una edkd que es por excelcncia 13 edad de la asociacion y la represenracioii; en una edad en que pululan por todas partes socicdades de agricultura, de comercio, de industria, de benefi- cexia; en la edad de 10s gobiernos representativos. La Europa, y 10s Estados Unidos de XmCrica, nuestro modelo bajo tantos respecros, responderan a ella. Si la propagacion del saber es una de sus condiciones mas importantes, porque sin ella las letras no harian mas que ofre- cer unos pocos puntos luminosos en medio de densas tinieblas, las corporaciones a que se debe principalmente ia rapidez de las comunicaciones literarias hacen Seneficios esenciales a la iius- tracion y a la humanidad. No bien Srota en el pensamiento de un individuo una verdad nueva, cuando se apodera de ella toda la repiiblica de Ias Ietras. Los sabios de la Alemania, de ia Fran- cia, de 10s Estados Unidos, aprecian su vaior, sus consecuencias, sus aplicaciones. En esta propagaci6n del saber, !as academias, las universidades, forman otros tantos depositos, adonde tien- den constantemente a acumu.larse todas las adquisiciones cienti- ficas; y de estos centros es de donde se derraman mas fhcil- mente por las diferentes clases de la sociedad. La universidad de Chile ha sido establecida con este objeto especial. Ella, si corresponde a !as miras de la ley que le ha dado su nuera for- ma, si corresponde a 10s deseos de nuestro gobierno, sera un cuerpo eminentemente expansivo y propagador. Ctros pretenden que el foment0 dado a ia instruccion cien- tifica se debe de preferencia a la enseiianza primaria. Yo cierta- mente soy de 10s que miran la instruccion general, la educacion del pueblo, como uno de 10s objetos mas importantes y privi- legiados a que pueda dirigir su atencion el gobierno; como una nccesidad primera y urgente; como la base de todo solido pro- greso; colilo el cimiento indispensable de las instituciones repu- blicanas. Pero, por eso mismo, creo necesario y urgente el fo- mento de la enseiianza literaria y cientifica. En ninguna parte ha podido generalizarse la instruccion elemental que reclaman las clases laboriosas, la gran magoria del gCnero humano, sin0 donde han florecido de antemano las cieiicias y las letras. No digo yo que el cultivo de las letras y de las ciencias traiga en pos de si, como una consecuencia precisa, la difusion de la ensefianza elemental; aunque es incontestable que las ciencias y las letras tienen una tendencia natural a difnndirse cuando causas artificiales no las contrarian. Lo que digo es que el pri- mer0 es una coiidicion indispensable de !a seginda; que donde no exista aqud, es imposible que la otra, cualesquiera que Sean 10s esfuerzos de la autoridad, se verifique bajo la forma conve- niente. La difusion de 10s conocimientos supone uno o mas ho- gares, de donde salga y se reparta la luz, que, extendiendose 34
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