Antología de Andrés Bello
Mas a1 vulgo bravio de las tupidas plantas montaraces, sucede ya el fructifero plantio en muestra ufana de ordenadas haces. Ya ram0 a ram0 alcanza, y a 10s rollizos tallos hurta el dia; ya la primera flor desvuelve el seno, bello a la vista, alegre a la esperanza; a la esperanza, que riendo enjuga del fatigado agricultor la frente, y alla a lo lejos el opimo fruto, y la cosecha apaiiadora pinta, que lleva de 10s campos el tributo, colmado el cesto, y con la falda encinta, y bajo el peso de 10s largos bienes con que a1 colono acude, hace cmjir 10s vastos almacenes. iBuen Dios! no en van0 sude, mas a merced y a compasi6n te mueva la gente agricultora del ecuador, que del desmayo triste con renovado aliento vuelve ahora, y tras tanta zozobra, ansia, tumulto, tantos aiios de fiera desvastaci6n y militar insulto, abn mas que tu clemencia antigua implora. Su nistica piedad, per0 sincera, halle a tus ojos gracia; no el risuefio porvenir que las penas le aligera, cual de dorado sueiio visi6n falaz, desvanecido llore; intempestiva lluvia no maltrate el delicado embri6n; el diente impio de insect0 roedor no lo devore; safiudo vendaval no lo arrebate, ni agote a1 &-bo1el materno jug0 la calurosa sed de largo estio. Y pues a1 fin te plugo, arbitro de la suerte soberano, que, suelto el cuello de extranjero p g o , erguiese a1 cielo el hombre americano, bendecida de ti se arraigue y medre su libertad; en el mas hondo encierra de 10s abismos la malvada guerra, y el miedo de la espada asoladora a1 suspicaz cultivador no arredre 215
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