Antología de Andrés Bello
Qspero ahora y bravo, a1 desacostumbrado yugo torne del arte humana, y le tribute esclavo. Del obstriiido estanque y del molino recuerden ya las aguas el camino; el intrincado bosque el hacha rompa, consuma el fuego; abrid en luengas calles la oscuridad de su infructuosa pompa. Abngo den 10s valles a la sedienta cafia; la manzana y la pera en la fresca montaiia el cielo olviden de su madre Espaiia; adorne la ladera el cafetal; ampare a la tierna teobrama en la ribera la sombra maternal de su buscar6; aqui el vergel, alla la huerta ria.. . iEs ciego error de ilusa fantasia Ya d6cil a tu voz, agricultura, nodriza de las gentes, la ca t ena servil armada va de corvas hoces. Mirola ya que invade la espesura de la floresta opaca; oigo las voces, siento el rumor confuso; el hierro suena. 10s golpes el lejano eco redobla; gime el ceibo anciano, que a nunierosa tropa largo tiempo fatiga; batido de cien hachas, se estrernece, estalla a1 fin, y rinde el ancha copa. Huy6 la fiera; deja el car0 nido, deja la prole implume el ave, y otro bosque no sabido de 10s humanos va a buscar doliente.. . iQu6 miro? Alto torrente de sonorosa llama corre, y sobre las Bridas riiinas de la postrada selva se derrama. El raudo incendio a gran distancia brama, y el humo en negro remolino sube, aglomerando nube sobre nube. Ya de lo que antes era verdor hermoso y fresca lozania, s610 difuntos troncos, s610 cenizas quedan; monument0 de la dicha mortal, burla del viento. 214
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